Boca-Mineirao: cuando las cosas se manejan fuera de la cancha

Por José Luis Ponsico (*)Lo ocurrido en «La Bombonera» y en Belo Horizonte deja abierta  la sospecha: Brasil, su gobierno los aliados de la CONMEBOL no se bancaron la tercera humillación en el Maracaná

 

José Luis Ponsico

Podía ocurrir. Brasil no perdonaría, su gobierno en todo caso, la humillación de perder la última edición de la «Copa América» organizada como julio del 50, primer Mundial de Fútbol, después de la Segunda Guerra en Europa que dejó un saldo de 45 millones de muertos. Estaba todo listo para que ganara Brasil. La ganó Uruguay.

En el Mundial 2014, cuyos gastos en la organización costó la caída del gobierno del PT de Dilma Rousseff. entre otros motivos remitidos a acusaciones contra el ex Presidente Inacio «Lula» Da Silva, que llevó a Dilma al Poder. Entonces, otra humillación: la poderosa selección de Alemania propinó goleada. El 7 a 1, cinco goles en 27´ primer tiempo. produjo gran dolor. «Tristeza nao tem fin» (Jobin).

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Esta vez el polémico Presidente Jair Bolsonaro -nada que ver con aquél excelente puntero derecho «Jair» que la rompía en el Inter de Helenio Herrera, hace 55 años; grandes finales contra Independiente- utilizó la estrategia del fútbol: el seleccionado de «Tité» estaba en condiciones de ganar la «Copa América» al presunto rival de siempre: un equipo dirigido por el bisoño Lionel Scaloni.

«Puede fallar» expresión que hizo famoso al mago Tu Sam en la misma época, los´60. El hipnotizador que quedó en la memoria colectiva desde hace medio siglo. Bolsonaro quizá no supo nada del hombre que hipnotizaba a modelos en televisión. El caso que predijo: puede fallar y falló. Scaloni lo pensó mejor que «Tite» en el 56 jugador de la selección de Brasil. Dato poco conocido.

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Lo ocurrido ida y vuelta, primero en «La Bombonera» y más tarde en Belo Horizonte,, deja abierta  la sospecha: Brasil, su gobierno los aliados de la CONMEBOL. no se bancaron la tercera humillación en el Maracaná,  las dos últimas remozado con imágenes que recorrieron el mundo. El escaso capital político de Bolsonaro quedó al borde del derrumbe.

La política muchas veces atravesó al fútbol. Los antecedentes en el mundo, innumerables. En cien años de fútbol profesional.

En la Argentina, con saldo trágico si remitimos al Mundial 78 que organizaron los militares  los que tomaron el Poder el 24 de marzo del 76.  La «mancha» venenosa de Briasco no se cobra nunca. El pié de Diego «Pulpo» González, adelantado por centímetros, tampoco. Nadie de Atlético Mineiro reclamó. En las dos instancias.

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El árbitro del partido de ida luego suspendido por CONMEBOL. Los jueces del VAR lo mismo. Ahora no se conoce decisión del escándalo de la revancha. Con incidentes al final donde extrañamente Boca falló -otra vez Tu Sam- en los penales. No llegaba mal a las definiciones hasta que cayó con Racing. Ahora repitieron. Tres ejecuciones malogradas es mucho. Pasó Mineiro.

Entre los antecedentes el recuerdo lleva al invierno del 91, Boca dirigido por el «Maestro» Oscar Wáshington Tabarez con un ataque poderoso, Gabriel Batistuta, Diego Latorre, Alfredo Graziani, Wálter Pico y el zurdo Carlos Daniel Tapia, estaba abajo 1-2 pero con gol de visitante pasaba. En un Estadio Nacional de Santiago de Chile que pintaba un hervidero. En la noche del 22 de mayo del 91.

Boca había llegado a la segunda final con Colo Colo, intenso equipo chileno, con ventaja: uno a cero en «La Bombonera», con gol de Batistuta en su mejor versión «xeneize». En una ráfaga el equipo que simboliza al cacique trasandino lo dió vuelta. El tercer gol en medio de una política con la jugada del ex Huracán, Barticiotto, el «9» de las mejores acciones de ataque hace treinta años.

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Dos goles del puntero Rubén Martínez del club más popular de Chile, dejaba a Colo Colo en ventaja, eliminando a Boca. En buena jugada de ataque descontó Latorre, de cabeza -no muy común en «Gambetita» hoy cotizado comentarista deportivo- hasta que faltando diez minutos Barticiotto puso el 3 a 1 y se desató una batahola.

Ingreso la temida formación de carabineros -en Chile todavía el pueblo sentía la indignación por la participación en la represión popular cuando el Ejército al mando del general Augusto Pinochet derrocó el 11 de setiembrfe del 73 al gobierno democrático del socialista Salvador Alende. El impacto resultó tal que el ex jefe del Ejecutivo tomó la decisión trágica: a poco se pegó un tiro.

El Estadio Nacional de Santiago de Chile en mayo del 91, un hervidero. Boca se quedaba afuera siendo candidato a ganar la Copa, Colo Colo festejaba como un acontecimiento de orgullo nacional: ganarle a los argentinos. Algo casi inusual para los chilenos. En el 55 Campeonato Sudamericano, febrero/marzo, pintaban como favoritos. Ganó Argentina uno a cero. Partido caliente.

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Llegaros los seleccionados invictos al partido final. Una gran jugada de Angel Labruna, el goleador de River, con 36 años, dejó solo a Rodolfo Micheli, puntero derecho de Independiente y al frente de la tabla de goleadores en el certamen. «Le dí a rastrón,  el pié derecho abierto. Si la pelota llega fuerte, no hay que patear. Apenas dejar que haga carambola», comentó después «Fito» Micheli.

Gases lacrimógenos, balas de goma, palos y perros amaestrados. La Policía chilena y los tristemente célebres carabineros. Uno de los canes, llevado con correa hacia Carlos Fernando Navarro Montoya, le mordió una pierna -pudo ser también el trasero- en una loca carrera del animal acosando al arquero de Boca. El saldo: ocho heridos y 120 detenidos.

El 14 de junio de 2005 Boca recibió a Chivas de Monterrey que le había ganado en el país azteca por goleada. Un clima pesado en «La Bombonera» y una burla del delantero visitante Adolfo «Bofo» Bautista, el «10» de la selección de México produjo escalada de violencia. Boca aquélla vez no resultó «víctima». El «Chino» Jorge Benítez DT de Boca cayó en desgracia por escupitajo a «Bofo».

La mayor jornada escandalosa en la mítica Bombonera xeneize data de marzo del 71, Boca no podía con Spórting Cristal y sobre el final un puntapié de un peruano a Roberto Rogel, impactó en reacción generalizada: Rubén Suñé corrió 40 metros al delantero Gallardo, 1.85, de la selección incaica, hasta trompearlo. Hubo diez expulsados. Esa noche la rompió Ramón Mifflin que adquirió Racing dos años más tarde.

El plantel de Boca pasó horas en la Comisaría de la Ribera. Intervino la Confederación Sudamericana que, curiosamente, estaba a cargo de un durísimo dirigente peruano, Teófilo Salinas, atacado por Armando J. Armando. Salinas acusado de responsable del bochorno. Sporting Cristal dijo que lo ocurrido resultó porque «Boca no imagino que con el empate (2 a 2) quedaba afuera».

Cosas veredes. En medio siglo. Lo dicho: la Política y el Fútbol nunca estuvieron lejos.

(*)  Columnista de La Señal Medios. Libre Expresión y Mundo Amateur