Por Adrián Freijo (Director Libre Expresión) – Con el final de los juegos también culmina la cobertura de Florencia Cordero que, por muchos motivos, hará historia en el periodismo local.
Cubrir cuatro juegos olímpicos no es para cualquiera; y hacerlo en el medio de una pandemia mundial, con miles de personas muriendo cada día y muchas más cayendo en manos del COVID-19 mucho menos.
Cuando repasamos la cantidad de víctimas de esta pandemia no podemos evitar comparar el trabajo de los periodistas que llegaron a Tokio con el de un corresponsal de guerra. Sin el estruendo de las bombas, sin el acre olor de la batalla y sin trincheras físicas, el recorrido de los hombres de prensa los pone al alcance de la letalidad de un virus que, como un francotirador agazapado, espera el momento para atacar y contagiar.
¿Será por eso que fueron tan pocos los periodistas que se acercaron a Tokio 2020?, ¿o que desde nuestra ciudad solo una representante de nuestra profesión llegó a tierra japonesa?.
Florencia Cordero vuelve ahora a la Argentina, en medio de la incertidumbre que genera tener que subir a un vuelo que nunca termina de confirmarse y sabiendo que una vez en su tierra deberá retrasar el encuentro con sus afectos por la obligación de un aislamiento que ni siquiera podrá hacer en su casa, pero con la felicidad de un sueño cumplido, una meta más conseguida y un trabajo sólido en el que debió complementar su capacidad profesional con agotadores trayectos, condiciones climáticas insoportables, controles equiparables a un estado de sitio, testeos diarios y una diferencia horaria que la obligó a pocas horas de sueño para poder cumplir con sus compromisos profesionales.
Pero nada fue demasiado para esta mujer que ha hecho del periodismo una forma de vida incorporada a su ser como razón y meta de su existencia. Nada…
Solo algunos sabemos del sacrificio gigante que se esconde tras cada logro profesional y personal. Mientras muchos tiraban la toalla ante las dificultades de todo tipo que Tokio 2020 planteaba, Flor siguió adelante, se esforzó, se propuso vencer las acechanzas y no permitió que duda alguna se interpusiese en el camino elegido. «Voy a estar en los juegos» decía y se decía…y estuvo en los juegos.
Una cobertura magnífica, profesional, plena de lucimiento y también del reconocimiento de atletas argentinos que no podían evitar la sorpresa al verla llegar a los escenarios con la misma naturalidad con la que había encarado Beijing (2008), Londres (2012) o Río (2016). Porque ella ya es parte de cuanta delegación argentina participe del mayor encuentro universal del deporte en el planeta.
Si este Tokio atravesado por la pandemia, con riesgo de suspensión hasta semanas antes de la ceremonia inaugural, sometido a la presión constante de quienes desaconsejaban su puesta en marcha, limitado por aislamientos y controles, condenado a burbujas sanitarias que impedían hasta el uso del transporte público, traspasado por temperaturas que se acercaban peligrosamente a los 40°C y en el que ni siquiera estaba presenta la posibilidad de disfrutar del espíritu de grupo que caracteriza a la prensa en cualquier lugar del mundo no fue obstáculo para su decisión, vocación y profesionalismo…¿qué puede detener a Florencia Cordero en lo que se proponga de aquí en más?…nada.
Por eso estos juegos serán un punto de inflexión en su carrera. Para los demás pero también para ella: si hacía falta, este tiempo le confirmará que todo lo que se proponga será posible.
Porque en definitiva esta profesión -en la que muchos trabajan pero muy pocos ejercen- se hace de talento, vocación, estudio y decisiones. Pero sobre todo de desterrar para siempre el «no puedo», «es un riesgo» o «es imposible»; porque en hacerlo está implícito el respeto por el periodismo y por el público, que necesita que alguien sea el primer testigo de cada historia.
Florencia así lo siente y así lo vive. Y LIBRE EXPRESIÓN estará siempre para ella, sabiendo que su presencia jerarquiza al medio, alecciona y marca el camino hacia la excelencia periodística.
Bienvenida a casa, Florencia Cordero. Una vez más, misión cumplida…