¿A dónde llevan las puertitas del señor Aníbal?

(Escribe Adrián Freijo)Los oficialistas suplican que pueda sortear el momento sin «daños colaterales» y la oposición sueña con que gane las PASO y se convierta en un lastre para Scioli.

Aníbal Fernández es uno de esos políticos que hacen de la sobre exposición una forma de acción. Ello le sirvió para poner siempre los temas delicados en el terreno que más le convenía al gobierno, pero también terminó absorbiendo cada uno de ellos como si fuese propio.

Y eso ahora se le convierte en un peligroso boomerang.

Porque la cuestión de la efedrina, y sus espasmos colaterales como el triple crimen de General Pacheco, ya no es una cuestión «de otros». Quien aparece involucrado, y nada menos que como jefe de una organización mafiosa, es le propio Jefe de Gabinete, y eso lo reubica en un  terreno poco habitual para él y poco conocido para el gran público que es el defensivo.

Mucho tiene que explicar Aníbal y muy poco tiempo es el que dispone para hacerlo.

Máximo, Rubén y Miguel Angel Zacarías.

Máximo, Rubén y Miguel Angel Zacarías.

Reaparecerá ahora el fantasma de los hermanos Zacarías -gente del riñón de la Presidente- involucrados en el escándalo de autorización de las negociaciones de la efedrina con el Cartel de Sinaloa, del mismo modo en que saldrán del olvido los nombres de Leopoldo Bina, Sebastián Forza y Damián Ferrón, las víctimas del triple crimen de General Pacheco que el gobierno no termina nunca de enterrar.

Mientras las encuestas coinciden en darlo como ganador de las PASO del Frente para la Victoria ante el anodino Julián Dominguez, esa posibilidad se vuelve ahora en un dolor de cabeza para propios y una «esperanza» para extraños.

Martín Lanatta apunta a Aníbal Fernández como jefe de la organización

Martín Lanatta apunta a Aníbal Fernández como jefe de la organización

Fernández está convencido que fue desde el corazón del proyecto de Daniel Scioli que salieron los contactos para que tanto Martín Lanatta como José Luis Salerno se confesaran frente a las cámaras de Periodismo Para Todos. Y sabe que la intención no fue otra que sacarlo de la carrera por la gobernación bonaerense.

A Scioli lo desespera la sola idea de tener que compartir boleta con un hombre altamente desprestigiado y que desde anoche se convierte en un barrilete casi imposible de remontar frente al tan apetecido electorado independiente.

Leopoldo Bina, Sebastián Forza y Damián Ferrón, vuelven una y otra vez para desvelo del gobierno

Leopoldo Bina, Sebastián Forza y Damián Ferrón, vuelven una y otra vez para desvelo del gobierno

Pero anoche era todo el gobierno el que estaba preocupado por la situación. A nadie escapa que los manejos de Fernández en el tráfico de efedrina tuvieron la torpeza suficiente como para presumir que la sensación de impunidad venía de una cobertura superior. Y no son muchos los que estos años han estado por arriba del que los involucrados conocían como «La Morsa». A buen entendedor…

Pero a todo ello se suma ahora una preocupación no menos alarmante. En pocas horas estallaron las redes sociales con campañas y cadenas tendientes a lograr un efecto que el kirchnerismo reconoce como depredador: la posibilidad de que en las elecciones del próximo domingo se genere un movimiento de «voten a Aníbal» para ponérselo en la boleta al atribulado motonauta.

Desde la oposición saben que ello representaría para Scioli una pérdida importante de votos y no quieren desperdiciar la oportunidad.

Las próximas horas serán intensas y permitirán ver hacia donde se encamina este escándalo. Nadie descarta que la propia Cristina intervenga y le pida a Fernández un paso al costado para no poner en riesgo las chances electorales de continuidad. Pero tampoco nadie está seguro de que la personalidad de la Presidente sea la más apropiada para tomar una decisión de este tipo.

Lo que la sociedad no debe olvidar es que tras las especulaciones políticas y las maniobras partidarias se esconde el drama de un estado vinculado al narcotráfico y con la participación de los más altos funcionarios de la república.

Y ello es mucho más grave y tiene mucha más trascendencia de lo que pueda ser el destino personal de los involucrados.

Carteles, crímenes, droga y sobornos caminaron libremente por los pasillos de la Casa Rosada durante mucho tiempo, en una situación que humilla a la Argentina ante el mundo y ante sí misma.

Lo que no es poco.