A partir de ahora los hechos deberán ocupar el centro de la escena

(Escribe Adrián Freijo) Carlos Arroyo inicia su tiempo más importante rodeado de la expectativa de una sociedad que ha decidido acompañarlo pero pronto le exigirá resultados.

Carlos Arroyo jurará como el sexto intendente de la era democrática y los desafíos que tiene por delante son tantos que la tarea deberá ser por cierto titánica. Cuando se enfrenta una sociedad tan compleja, en una ciudad de las características de Mar del Plata, no solo debe contarse con la fuerza personal para encarar la tarea sino y sobre todo con planes concretos, ajustados a la realidad y que supongan una visión universal del escenario en el que deberá desenvolverse durante los próximos cuatro años.

Abogado, profesor y ex director de escuela (durante más de 25 años estuvo al frente de la Media 2) y con una extensa trayectoria política en partidos de orientación nacionalista hasta que se asoció en la campaña electoral con el PRO de Mauricio Macri, Arroyo se convertirá en jefe político de una ciudad que le exigirá rápidamente la respuesta adecuada a cada una de sus demandas.

Las expectativas son muchas y el caudal de votos conseguido en octubre demuestra que arranca la tarea con un apoyo no muchas veces visto con anterioridad. Analizar cuantos de ellos le pertenecen, cuales se gestaron en el territorio de la bronca hacia la administración que se va y cuantos cayeron en sus manos como arrastre del triunfo de Cambiemos en el país y en la provincia, es tan ocioso como anacrónico. Muchos ungidos por el voto popular arribaron al poder con votos «prestados» y sin embargo poco tardaron en hacerlos propios; y otros tantos que supieron concitar desde su figura el entusiasmo popular terminaron dilapidando ese capital a partir de su incapacidad para administrar.

El escenario está entonces abierto y será Carlos Arroyo, en la medida en que pueda orientar acertadamente las decisiones desde la soledad del poder y rodearse de equipos tan afiatados como capaces, quien defina no solo su próxima historia personal sino la de todos nosotros.

La escasa comunicación pública de sus planes -prácticamente desconocidos- y la dificultosa construcción de un gabinete que por el momento se parece más al resultado de acuerdos previos que a una expresión de verdadero equipo, generan dudas acerca de la claridad de objetivos que tan necesarios son para cualquier arranque.

El apoyo del gobierno central y de la flamante gobernadora pueden ser importantes en esta etapa, pero pronto deberá aparecer el pulso propio del gobernante para que las soluciones no dependan siempre de la voluntad de terceros. De ser así Arroyo mucho se parecerá a esos antecesores a los que tanto criticó.

El tiempo dará las respuestas…