El gobierno mueve sus piezas intentando jaquear al peronismo y quitar del tablero a «la reina». Una jugada riesgosa que adelanta los tiempos electorales y encuentra a la sociedad en otra cosa.
¿Qué hará el hoy llamado «peronismo racional» si llega al Senado el pedido de desafuero de la ex presidente Cristina Fernández de Kirchner?. ¿Volverá a negarlo?, ¿asumirá frente a la sociedad el alto costo de ponerla a salvo de esta nueva enjundia anti corrupción que se disparó desde el juzgado -cada vez más «militante» de- Claudio Bonadío?.
Urgido por números de aceptación que ya son alarmantes, el gobierno de Mauricio Macri ha resuelto dejar de ver a Cristina como el contendiente ideal e intentar, tal vez tardíamente, entregar a la sociedad la figura más emblemática de tantos años de sospechas que solo parecen haberse confirmado en casos intermedios. Que al comienzo de esta historia podían parecer suficientes pero que ahora ya saben a muy poco….
Para el peronismo es un dilema difícil de resolver: si entregan la inmunidad de la ex mandataria, un porcentaje del electorado que aún le responde -y que supera el 20%- verá a quienes lo hagan como traidores. Si por el contrario optan por defender su protección legislativa, un número aún mayor de argentinos concluirán que el partido fundado por Juan Domingo Perón sigue siendo cómplice de la corrupción.
Para el gobierno el riesgo no es menor. ¿Está hoy en condiciones de resistir la ola de movilizaciones y violencia que traerá aparejada una eventual prisión de Cristina?. La tensión en la calle es creciente y bien puede ocurrir que un hecho de tal envergadura adelante ese escenario tan temido.
Son jugadas arriesgadas a las que todos se ven obligados por errores propios. Siguiendo los dictados de Jaime Durán Barba, el oficialismo puso a la ex mandataria como techo de las investigaciones; la había elegido como contendiente y mientras las cosas fueron manejables parecía que había acertado la estrategia.
Pero algo falló, la economía le explotó en la cara y el humor social indica ahora la necesidad de algún gran golpe de efecto para tratar de desviar la atención de la inflación, las tarifas y la recesión. Y ahí es donde aparece una eventual tapa de los diarios con Cristina saliendo de los tribunales detenida….
El peronismo jugaba con el tiempo y miraba con entusiasmo a Cristina sentada en una banca que indignaba a la opinión pública tanto como la de Carlos Menem. En ese punto podría decirse que entre ellos y Cambiemos había una alianza tácita: uno salvaba a la rival elegida para asegurar el triunfo y el otro especulaba con el desgaste que esta situación generaba en el gobierno y la esperanza de que fuese este quien le resolviese una interna incómoda en la que nadie llegaba a definir si convenía estar «con Ella o contra Ella».
La realidad sacó a todos de esa poltrona en la que solo importaba dejar correr el tiempo y esperar los movimientos del otro. Ahora habrá que jugar fuerte…
La gente, mientras tanto, sigue metida en la difícil realidad y la búsqueda de subsistir como se pueda en medio de una crisis que hasta ahora solo ha mostrado la punta de un iceberg que será inmenso entre octubre y noviembre.
Pero en el mundo de la político…¿eso a quién le importa?.