PARA LA LIBERTAD…

Pararse frente a 20, 30 o más seres humanos; transmitirles el conocimiento pero también los valores, poner en ellos la pasión del saber; eso es un maestro y eso fue EL maestro Sarmiento.

Este año el Día del Maestro reitera la carga de emoción en el recuerdo de cada uno de aquellos que hemos disfrutado y el homenaje a esa determinate cantidad de seres humanos que merecen ser llamados de esa manera,.

Maestros…que no siempre son docentes, aunque esa sea otra historia.

Quien ha tenido la bendición de pararse frente a sus alumnos, en ese universo tan personal como extendido, tan secreto como expuesto, tan disímil en las individualidades como homogéneo en el conjunto que es un aula, sabe de todo lo que se transmite y también lo que se recibe.

Y sabe que cada palabra que se comparte, cada conocimiento que se absorbe, cada inquietud que se despierta está construyendo un ser humano único, irrepetible y seguramente útil a esa amalgama tan distante y cercana a la vez que se llama Humanidad.

Y eso y no otro era el sentido profundo del pensamiento de Domingo Faustino Sarmiento. No entendía la educación como una enumeración de enseñanzas curriculares, ni una acumulación de fechas y acontecimientos ni una hilera de nombres: la educación era la base sobre la que se construía un hombre libre, un ciudadano conciente de sus derechos y obligaciones y un ser humano culto de vida y hambriento de plenitud.

Y por eso se lo persiguió en vida y se lo olvidó en la muerte. Por eso sufrió la soledad final de sus días y el oprobio de sre descartado como hacedor de la patria por aquellos que pretendieron escribir la historia al conjuro de sus bajezas, miserias y corrupciones. Sarmiento era demasiado grande como para poder soportarlo siquiera en el discurso; era preferible echar mano a figuras menores, de esas que dividen como proyección de una vida violenta y disociada, que a quienes nos enseñan el camino del estudio, del esfuerzo y el compromiso.

Aquellos abonan la desidia y la dependencia…estos la libertad y el esfuerzo, valores a los que la demagogia y el populismo temen con reverencia.

Honremos hoy a los maestros, instemos a los docentes a convertirse en más de ellos -pensando en los niños antes que en el interés sectorial- pero sobre todo recordemos al sanjuanino mal llevado, pasional y vehemente que nos dejó la semilla de la educación y la ciudadanía como ADN de una nación soberana.

Aunque esa semilla aún no haya germinado…