Redacción – «El caballero de la triste figura» (y la billetera repleta) puso fin a la mascarada y ya no cuida vidas en peligro. Todo terminó previsiblemente y las fiestas se harán como si nada.
Yo no voy a autorizar ninguna“, había dicho enjundioso, tras sus lentes oscuros prestos a rechazar el sol abrasador del norte africano, cuando creía que con esa actitud lograba un consenso absoluto entre la ciudadanía. «A mi no se me va a morir ningún pibe; no voy a permitir una fiesta en la que se consumen drogas», agregó mientras su oscuro capote enfilaba hacia el tanque…perdón auto, en el que se iba presto a dormir su inevitable siesta.
Su Leutnantfhurer Gustavo Blanco, que posee el copyright de los desopilantes considerandos del difunto decreto, perorató frente a la prensa y enfiló para el lado que hasta ahora ha sido la única puerta de escape por la que, con triste habitualidad, hace mutis por el foro una administración que solo ha logrado resolver lo referente a los sueldos de amigos y familiares que la integran: «no tenemos capacidad para atender estos casos de sobredosis de drogas sintéticas». Le faltó decir…«por culpa de Pulti»; pero ya se le ocurrirá.
Pero de golpe Zorro Uno cambió de frente y convirtió alos «asesinos» de ayer nomás en gente de buena voluntad. Como si todo lo afirmado en la víspera y plasmado en el decreto hubiese sido obra de un hermano gemelo, el intendente compareció ante la prensa y sostuvo que finalmente resolvió conceder el visto bueno para que las fiestas se realicen a partir de “un acuerdo” y “la buena voluntad de los empresarios”, quienes -explicó- “van a proporcionar médicos, enfermeras” y pagarán los “costos de horas extras” del personal municipal que deba controlar ambos eventos. Aunque esto último roce directamente la ilegalidad ya que el solo hecho de que particulares se hagan cargo de financiar el servicio público de un agente del estado cruza gravemente el portal de la ética y de la ley.
Y las fiestas se harán, y los chicos se drogarán, y el circo instalado en Luro e Hipólito Yrigoyen -¿lo de La Audacia no habrá sido para evitar una competencia cercana?- seguirá con su función en continuado sorprendiendo a los marplatenses con desopilantes sketchs en los que, como siempre ocurre, los payasos hacen reír un poco pero terminan dando lástima.
Pero seamos sinceros...¿usted dudaba que todo esto iba a terminar así?. Si era un clásico del manual del desembarcador sin orilla a la vista.
Hasta el próximo papelón…