Un juez que teme que el poder político prepare su «suicidio»

¿Ordenó Cristina asesinar a Bonadío?. La edición de hoy del portal Urgente24 reproduce un diálogo entre la Presidente y quien era jefe de la SIDE en el que el tema aparece claramente. Muy grave.

El Señor 8, Larcher en la vida civil, cayó en desgracia por no aceptar una orden directa de la Presidenta de sacar del juego al juez Claudio Bonadío, quien investiga un aceitado sistema de lavado de dinero de la familia presidencial a través de hoteles que tienen en la Patagonia, que casi no tuvieron habitaciones disponibles durante la década kirchnerista gracias a las reservas realizadas por empresas estatales y empresarios que ganaban licitación tras licitación para la realización de obra pública.

-Sacámelo de encima el juez Bonadío- dijo la Presidenta al Señor 8.

-Recúselo en los Tribunales- respondió el segundo rango de Inteligencia.

-Usted sabe a lo que me refiero, Larcher.

-No la entiendo.

-Sí que me entiende. Es una orden.

-No, expliquese.

-Sí me entiende.

-Ponga su orden por escrito. No voy a cargar con ese muerto. Hasta luego.

La Presidenta lo miró con ojos furiosos. Cada vez eran menos los que seguían sus designios y eso la malhumoraba. Estaba perdiendo poder. Luego de esa pequeña y escalofriante discusión, Larcher dinamitó todo lo que tenía.

La orden que se le había dado cruzaba todos los límites del statu quo y podía desatar una guerra que no tendría fin. El Señor 8 sabía que sus días gravitando en el poder estaban contados, pero prefería irse antes que desatar la contienda, que estaba por comenzar más temprano que tarde.

Larcher había llegado a la SDE en 1985. La mitología dentro de La Casa afirma que consiguió el puesto buscando trabajo en los clasificados de los diarios.

El 16 de diciembre de 2014, Icazuriaga, Larcher, Stiuso y su mano derecha, el Jefe de Análisis de la SI, Alberto Mazzino, fueron desplazados, junto a más de 200 agentes que les respondían.

Desde el Gobierno, a este cambio se lo presentó como una cruzada anticorrupción, para ocultar el descontrol y la falta de autoridad del Ejecutivo sobre la agencia.