Redacción – Reiterando su condición de furgón de cola a la espera de locomotora que lo guíe el gobierno pasó de ser «la puerta de entrada de Rusia» a socio de EEUU en «traer a Maduro a casa».
En este contexto, el gobierno de Alberto Fernández busca normalizar las relaciones con Venezuela, alejarse de Putin y la oferta de ser «la puerta de entrada de Rusia en América latina» y elevar la representación diplomática que hoy está sostenida en la figura de encargado de negocios, Eduardo Porretti, para volver a la figura de embajador designando a Oscar Laborde, cercano a Edgardo De Petris y Cristina Kirchner que viene de ocupar la vicepresidencia del Parlasur.. El último en ocupar ese cargo había sido el marplatense Carlos Cheppi, entre 2011 y 2015.
El perfil ideológico del elegido, que busca enmascarar la orden recibida desde la administración Biden, no fue cuestionado por la Secretaría de Estado norteamericana que considera que la influencia de la ex presidente y su añejo ideologismo contra el país del norte ya no representan más que un sector minoritario, sin peso político interno y sin influencia alguna en el debate ideológico mundial.
«A Laborde hay que cuidarlo más de sus tentaciones «capitalistas» que de sus viejas tendencias ideológicas» decían en las últimas horas en la embajada norteamericana -lugar físico en el que se resolvió el papel argentino en el acercamiento a Maduro, con la presencia de Diego Guelar, que cada día toma más injerencia en los temas de política exterior y Pablo Tettamanti segundo de la cancillería que encabeza Santiago Cafiero.
En el Gobierno reconocen que el movimiento de la Casa Blanca fue acordado con Estados Unidos pero se escuden en que Oscar Laborde fue integrante el Partido Comunista y se encargaba de organizar las «Cumbres Sociales del Mercosur», en donde se reunía la militancia K junto a los partidos políticos del resto de los países del bloque una semana antes de las reuniones presidenciales y sin que dichos encuentros tuviesen otro destino que no fuese lanzar consignas arcaicas y enviar a los medios comunicados incendiarios que solo eran recogidos, y en forma muy acotada, por los medios amigos.
«¿Le parece que alguien con ese perfil puede preocuparnos?» se preguntaban tras la reunión de marras, «si eso la deja tranquila a Cristina es suficiente. Lo que a nosotros nos importa es que Alberto se termine de alinear con la política de Biden; lo demás son fuegos de artificio» repetían.
Para justificar la voltereta que puede resolver su problema de abastecimiento de petróleo agregan que «EEUU se acerca a la posición de Grupo de Contacto en vez de Grupo de Lima: acercarse para persuadir y condicionar y no alejarse para presionar y radicalizarse». Todo un cambio de estrategia que obliga a quienes caminaban hacia la izquierda a virar sobre sus pasos y acercarse a la nueva realidad: ya no hay enemigos sino socios en las necesidades y los negocios.
Algo que le sube las acciones a Alberto como presidente de la Celac. «Esto debería ayudar a calmar los ánimos en la región y ese papel posiblemente EEUU le pida a Alberto que lo encarne. Arreglada la cuestión del FMI, algo en lo que Biden ha jugado fuertemente en las últimas semanas, y resuelta la negociación con Maduro a cambio de petrólero, Argentina debería jugar un papel importante desde la Celac» plantean.
¿Y para qué sirve la Celac? preguntaba un distraído tras la reunión en la sede diplomática norteamericana. «A lo mejor para garantizar una transición política en Venezuela que termine con Nicolás Maduro viviendo tranquilamente en algún lugar del mundo sin ser perseguido ni juzgado» le contestaron.
Para cerrar irónicamente con una «¿quiere algo mejor que un argentino para negociar una impunidad?. Imposible».
Se vienen días en los que aquel «cosas veredes Sancho que non crederes», que erróneamente se adjudica a Don Quijote y en realidad pertenece al Cantar de Mio Cid tomará, por fin, sentido y claridad.
Solo es cuestión de esperar…