Por Adrián Freijo – El ex intendente acciona legalmente contra el municipio por supuestas vacaciones no gozadas. Quien se vendió como ejemplo de honradez termina exponiendo sus miserias.
Carlos Fernando Arroyo no ha sido siquiera capaz de usufructuar las ventajas del olvido. Tras pasar por la función pública con más pena que gloria, mostrando el único interés de acomodar parentela en cada pliegue de la administración en el que encontrara un recoveco, convirtiendo al municipio en eterno beligerante contra ocultos poderes que la sociedad ni percibía ni entendía que fuesen centro de sus preocupaciones y engrosar con grosería y angurria sus ingresos personales con la avidez de quien se encuentra con un tesoro oculto e impensado que debe saquear con rapidez para evitar que sus verdaderos dueños tomen nota del riesgo de tan ambiciosa presencia, el caricaturesco Zorro Uno recurre ahora a la justicia para reclamar más de un millón de pesos en lo que pretende como vacaciones no gozadas.
Cuando las urgencias de tantos marplatenses y batanenses estallan tras una cuarentena que ha sido depredadora y las arcas municipales -esas que supo disfrazar con perversión para hacer creer en un superávit que solo existía en su imaginación- padecen las consecuencias de una recaudación declinante por el parate de la economía, aquel que se vendió como el austero docente de la triste figura aprovecha la situación para pegar un último manotazo a las finanzas públicas sin que por su cabeza siquiera cruce un acto de desprendimiento, solidaridad y grandeza para con una población de cuyo esfuerzo vivió y se enriqueció por tantos años.
Triste final para una vida pública sin merecimientos, como lo son aquellas que se construyen sobre la impostura y el engaño.
Aunque al menos en la rodada final nos permita entender aquello de «tengo un plan secreto pero no lo cuento para que no me lo roben».
¿Quién iba a pensar que se refería a quedarse con la mayor cantidad de fondos públicos que le fuese posible?….