Astronomía para escuchar, tocar y sentir con un kit creado en la ciudad

Sebastián Musso, un reconocido divulgador científico de nuestra ciudad tuvo la idea de crear un kit con material táctil y entregarlo en cada una de las escuelas y entidades educativas de ciegos del país

 

El cielo estrellado ha sido y es inspiración para muchos aficionados y profesionales de la astronomía y también para artistas. Pero más allá de ello, el cielo, aunque muchas veces no tomemos real dimensión de este dato, es parte del paisaje. Solemos suponer que el paisaje que nos rodea es el mar o la montaña, la selva o el desierto, el campo o los altos edificios de una ciudad moderna, creemos que el paisaje sólo se completa con un río fluyendo a nuestro lado o el canto de los pájaros pero salvo unos pocos (quizás muchos de quienes eligen leer una publicación como esta) la mayoría omite al cielo como parte de ese paisaje. El paisaje nos recrea, alimenta nuestro espíritu o nos envuelve con su enorme frenesí, pero por sobre todas las cosas, el paisaje nos forma.

Desde nuestros primeros años (o sobre todo en ellos) el paisaje, nuestro entorno más próximo, estimula nuestra curiosidad. Podríamos decir que cuanto más rico y desafiante sea ese paisaje que nos rodea nos haremos, en el momento y a futuro, más y mejores preguntas y quizás, con suerte, logremos responder satisfactoriamente muchas de ellas. El cielo nocturno también nos dará curiosidad, nos interpelará sobre cosas lejanas y misteriosas y otras cotidianas y diariamente repetidas. Quizás nunca se lo preguntaron, tal vez no se dieron cuenta, pero para una persona ciega de nacimiento, ese cielo nocturno no es diferente al nuestro, no es menor al que nosotros conocemos, tampoco es más lejano, simplemente… no existe.

Desde luego que cualquier persona, aun cuando no pueda verlo, conoce la existencia de la Luna y las estrellas, y tal vez alguien le ha contado (bien o mal) sobre sus movimientos. Pero ese cielo para él o ella no está allí para tocar (porque no llegamos con nuestras manos), no lo podemos oler (porque no huele), no lo oímos (salvo con artilugios tecnológicos que no forman parte de nuestra vida cotidiana). A ese cielo no pueden acceder salvo que alguien haga algo para mostrárselos, de alguna manera, con algunas herramientas especiales y una de esas personas en el mundo es marplatense, Sebastián Musso, un reconocido divulgador científico de nuestra ciudad.

En 1999 un grupo de adolescentes marplatenses (la ciudad donde vivo, 400 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires, Argentina) ciegos todos ellos, llegaron a la cima del volcán Lanín (en la provincia de Neuquén, obviamente sobre la cordillera de los Andes) con la colaboración de un equipo de escaladores que entendieron que no hay retos imposibles si se cuenta con el trabajo y las ganas suficientes.

“Ese grupo era cercano a una actividad de radio que yo mantenía por esos años y mi contacto con ellos me permitió hablar muchas veces de astronomía, compartir conocimientos y anécdotas y enfrentarme al desafío de enseñar cómo es el cielo para una persona invidente ante sus primeras preguntas”, cuenta Sebastián. Así nació la idea de transformar las diferentes luminosidades de las estrellas y otros objetos celestes a una escala de sonidos de diferentes decibeles y el uso de los tonos graves a agudos para representar los diferentes colores presentes en una observación astronómica.

A partir del kit la astronomía queda al alcance de todos

“En 2009, durante el Año Internacional de la Astronomía el Gabinete de Didáctica del Observatorio Astronómico de la Universidad de Valencia proyectó una función de planetario para ciegos basados en esta idea de diez años atrás, reconociendo que la idea había nacido en Mar del Plata, Argentina, y mi autoría en particular”, sigue explicando Musso. “Actualmente junto con su directora, miembros de NASA, del Telescopio Espacial Chandra, profesionales de Israel, Sri Lanka, Francia y Puerto Rico coordinamos actividades conjuntas para desarrollar material específico para la enseñanza de la astronomía a personas con diferentes discapacidades. Reunidos en la asociación Astronomers Without Borders (Astrónomos sin Fronteras) nos avocamos al armado de maquetas activas, espectáculos de planetario, especificaciones edilicias para espacios dedicados a la enseñanza de la astronomía, libros, material multimedial y talleres que se comparten gratuitamente en la web”.

 Desde aquel lejano 1999 al día de hoy, Sebastián Musso nos cuenta que dictó talleres de astronomía para personas ciegas o con baja visión en más de 20 ciudades de Argentina  y también en Chile, Paraguay, Uruguay, Brasil, Colombia, España e Italia. Ha presentado este proyecto y los que se desprendieron de este en congresos en muchos de esos países.

 En este repaso por la historia de su trabajo Musso nos cuenta: “En 2015 mi trabajo llegó, quizás, el formato más famoso de divulgación de proyectos e ideas del mundo, las charlas TEDx. Desde TEDxMardelPlata, en 18 minutos, se puede entender un trabajo de al día de hoy más de veinte años. La charla “Derecho al cielo” (https://www.youtube.com/watch?v=SXilOmInCU0) fue vista ya por más de 26.000 personas”.

¿Y cómo es el proceso de enseñanza de la astronomía a personas ciegas? Quizás los talleres sean la “culminación” de un trabajo que comienza mucho antes. Empieza con una idea, un concepto, una necesidad de compartir un dato y con ella, la de realizar la adaptación para hacerlo accesible a una persona ciega o con baja visión. Usualmente, es una maqueta, impresa en 3D o hecha artesanalmente, y un paso importante del proceso es acercársela a Carlos Mattos, mi amigo que conociendo lo que es ver ese tipo de objetos y siendo ciego en la actualidad, me ayuda como puente de esas adaptaciones didácticas”.

 

 Un kit de astronomía… para todos:

 “Siempre trabajé del mismo modo. Elegí qué temas dar (usualmente pensando en los temas de astronomía que un ciego más escuchara entre sus consumos de medios de información y charlas entre amigos), preparé el material y allá fui, a escuelas y centros de ciegos de más de 20 ciudades de mi país, y también en otros seis países (quizás más si contamos el modo virtual). Viajé con cajas llenas de maquetas y modelos en 3D, y volví a casa con ellas”, dice Sebastián, casi recordando cada lugar que visitó.

Astronomía sin límites de la mano de una creación local

Pero a principios de año, la idea fue diferente, la de hacer un kit con material táctil y entregarlo en cada una de las escuelas y entidades educativas de ciegos de Argentina, al menos inicialmente. Hacer 50 kits es una tarea ambiciosa, más si cada uno contiene un Sistema Solar a escala, modelos de la vida de las estrellas, del funcionamiento interno del Sol, de los tipos de galaxias, agujeros negros y la forma del Universo. Material suficiente para dictar 10 o 15 talleres, gracias a decenas de clases, tutoriales, y capacitaciones en línea para que los docentes de estas instituciones se conviertan en agentes multiplicadores del conocimiento científico.

Rápidamente se sumó gente por redes sociales y en pocos días, más de 50 impresores de todo Argentina estaban produciendo material para estos kits. También se comenzaba a replicar la idea en España, Ecuador y México y hoy los países intervinientes en el proyecto suman 14. Con él, no sólo llegará la astronomía a las escuelas de ciegos, se podrá aprender matemática, física y química, tanto como geografía, historia y arte, todo, “con la excusa” de la astronomía, esa ciencia tan abarcativa como atrayente para todos los públicos.

Quizás este 2021 sea nuevamente un año de estar separados pero de ninguna manera será uno para ser indiferentes. “Nuestro compromiso, como divulgadores, siempre será empecinadamente acercar la ciencia a cada uno que tenga una pregunta, una inquietud, un sueño. Buscar la forma de hacerlo entendible, amigable, disfrutable porque el conocimiento tiene que vivirse como una aventura, la aventura de conocer cada día algo nuevo, algo que me reconforta en mi sed de saber y que me llena de nuevas y estimulantes preguntas. Ocuparse de traducir el lenguaje específico de la ciencia a las palabras que sean entendidas por todos, sin perder en ello la rigurosidad del contenido y el profundo respeto a los años de esfuerzo que se necesitaron para crearlo. Mostrar, ese cielo estrellado que nos envuelve, a todos, y entre ellos, también a quienes no pueden verlo con sus ojos”, completa Sebastián Musso.

Un proyecto inclusivo, una tarea solidaria, una idea gestada en Mar del Plata que ya viaja por el mundo y nos muestra de la mejor manera posible.