Ataques nazis: el sinceramiento arroyista y la desvergüenza radical

(Redacción)Radicales y arroyistas se negaron en el Concejo a repudiar los ataques neonazis en Mar del Plata. Los primeros se muestran así fieles a su historia; los segundos la pisotean.

El edil de la Agrupación Atlántica, Javier Alconada, se refirió a lo acontecido en la comisión de Legislación, que archivó la propuesta de manifestación política contra los últimos hechos ocurridos. Sostuvo que “es como redundante, pedir algo que ya fue pedido”.

Cierra así toda una secuencia de tibias expresiones por parte de los ediles que siguen el pensamiento del intendente Carlos Arroyo, quien en ocasión de producirse los primeros ataques había afirmado que «estaba muy ocupado como para enterarse de esas cosas», para luego limitarse a definirlos como «casos policiales».

Tal vez sea el momento de hablar con absoluta claridad: hace muchos años que al actual intendente se lo señala públicamente como cultor del nazismo. No parece que con estas actitudes ayude demasiado a cambiar esa leyenda urbana. Ni mucho menos que le interesa hacerlo.

Caso diferente es el de la UCR. Partido democrático por autonomasia, señalado siempre como la columna legalista de  la institucionalidad argentina y teniendo entre sus laureles haber encarado los histoóicos juicios a las Juntas Militares que asolaron a la Argentina entre 1976 y 1983, estas actitudes de sus dirigentes marplatenses se dan de patadas con la historia del centenario partido.

¿Qué dirían de esta actitud figuras como Angel Roig, Elio Aprile, Raúl Alfonsín o el legendario «Chino» Balbín que luchó en las calles contra los simpatizantes de la Alemania nazi en los momentos de mayor poder de estos en la Argentina?.

Lo que en Arroyo y los suyos pareciera una confirmación, en el radicalismo es una vergüenza inocultable.

» No sé para que seguir insistiendo con el tema si ya se expresó todo el mundo, para mí es como redundante, volver a pedir algo que ya fue pedido» había dicho Alconada.

Alguien debiera recordarle que tras la caída del Tercer Reich y la muerte del monstruo que lo creó, el mundo se dedicó a insistir una y otra vez en los crímenes cometidos para garantizar que nunca más pudiese ser llevada adelante una locura semejante.

Aunque a algunos seguidores locales y a sus protectores le cueste entenderlo y aceptarlo.