Atraso cambiario obliga al gobierno a apretar el cepo

Luego de una semana de restricción casi total a la venta de divisas para importadores, el Banco Central comenzaría a liberar dólares. El sector de importación está paralizado.

El titular de la entidad monetaria recibiría a los directivos
de la Cámara de Importadores de la República Argentina (CIRA) para que se empiece a normalizar el conflicto entre los operadores de comercio exterior y el Gobierno, que provocó que numerosas empresas no pudieran cancelar sus deudas con proveedores fuera del país.

Este “apretón” del cepo a las importaciones responde a la prioridad del gobierno de sostener la actual estabilidad financiera. El reciente fortalecimiento del cepo y la falta de dólares para importadores deja entrever que el incremento de las reservas es más un efecto contable que una realidad.

Justamente, el maquillaje sobre el stock de reservas internacionales se potenció el año pasado cuando se activó el swap de monedas con China y se contabilizaron como reservas el dinero depositado por Argentina para cancelar el pago de bonistas, que por razones legales no ha salido del BCRA.

El incremento contable de las reservas estaría destinado a pagar deuda (si no se consigue emitir bonos) y a contener las expectativas de devaluación e inflación, de manera de procurar preservar la estabilidad financiera hasta fin de mandato. Las reservas, que son la única fuente de dólares, no están disponibles para financiar ciclos productivos y estimular el nivel de actividad.

En pocas palabras, son para uso del gobierno y no del sector privado.

Parece poco probable que el cepo se flexibilice y que los importadores tengan más acceso a los dólares, dado que no prevemos que el gobierno pueda emitir significativos niveles de deuda en el mercado internacional, ni proyectamos una mejora en las exportaciones.

La entidad monetaria seguirá cuidando sus dólares; más aún teniendo en cuenta la perfecta sintonía entre Vanoli y Kicillof. La prioridad de la actual administración es el nivel de las reservas, la inflación y el tipo de cambio; relegando el nivel de actividad como objetivo de política.

Por lo tanto, procurará que las reservas no caigan y que el dólar aumente lo menos posible para contener las presiones en el mercado de divisas y moderar el aumento de precios.

Luego, no sorprende que las restricciones a importar (también) se encuentren supeditadas al objetivo de la estabilidad financiera. Por ende, la apertura (o cierre) del grifo de dólares para este fin depende de la estacionalidad en la liquidación de los exportadores.

Y, dado que recién en marzo comenzarían a ingresar los dólares de la cosecha gruesa, hasta entonces el cepo se fortalecería y la demanda de importaciones se ajustaría a la estacionalidad exportadora.

En este contexto, lo preocupante es el hecho de que las exportaciones argentinas vienen cayendo estructuralmente por motivos domésticos y externos. Esta pérdida de dinamismo del sector exportador es consecuencia de nuestras políticas domésticas principalmente; y en menor medida de la reciente caída de los precios internacionales.

Primero, hace años que las políticas aplicadas han abortado el desarrollo de las economías regionales y de los principales sectores exportadores. La tasa de crecimiento de las cantidades exportadas por nuestro país viene en retroceso hace más de cinco años.

Segundo, la reciente retracción de precios internacionales de los commodities en general y de alimentos en particular afecta negativamente el valor de las ventas al exterior; y por ende, termina potenciando la anemia exportadora y le agrega complicaciones al agotado mercado cambiario.

En resumen, nuestras políticas económicas conducen al cierre del comercio exterior e implican que cada vez se exporte menos; por ende que haya menos divisas para comprar importaciones; lo que genera menos gasto en bienes de capital e insumos intermedios para los sectores productores en general y la industria en particular; afectando negativamente al mercado de trabajo al reducir la creación de empleo.