El Presidente del HCD Guillermo Sáenz Saralegui realizó declaraciones que ponen en evidencia el difícil momento por el que atraviesa, puertas adentro, el gobierno de Carlos Arroyo.
En charla con el periodista Juan Manuel Rappaciolli en FM Del Sol, Sáenz Saralegui sostuvo que Arroyo debería «mirar más a las bases para ocupar cargos ya que son mucho más leales», en clara alusión a su disconformidad -y la de muchos integrantes de Agrupación Atlántica- con el devenir de la alianza con los radicales.
Para que no quedase duda del mal momento que pasa en su añeja amistad con el intendente el titular del HCD afirmó que «se han metido muchas personas en la relación que teníamos con Arroyo». En los últimos días se supo que el jefe comunal ya ni siquiera atiende el teléfono de quien hasta hace poco, y por décadas, fue su mano derecha. Esta situación genera incertidumbre en el cuerpo legislativo ya que nadie sabe ahora quien es el interlocutor válido para las siempre delicadas negociaciones que deben encararse.
«Así las cosas, los radicales se han convertido en los dueños de la pelota», dicen por los pasillos del segundo piso del palacio comunal.
Sáenz Saralegui -quien indudablemente quiso generar una consecuencia política en forma de mensaje a su jefe- pegó en la linea de flotación de los argumentos de Arroyo al sostener que » me harta bastante eso de la herencia recibida. Nos votaron para gestionar». Sabe muy bien que esa preocupación comienza a hacer carne en la ciudadanía marplatense que solo ve hasta ahora a un intendente en permanente estado de queja y enfrascado en guerras personales que a nadie interesan y que, por supuesto, no están entre las prioridades de la gente.
Y para coronar el masazo sostuvo que «Arroyo está un poco agobiado por la cantidad de problemas que tiene», poniendo en blanco sobre negro el estado anímico de un intendente que se ve hoy rebasado por cuestiones para las cuales no tiene ni tuvo respuesta desde su asunción.
Una realidad expuesta y que es tan preocupante como visible. Alianzas por conveniencia, falta de planes, una administración en permanente estado de implosión, falta de cintura política y obstinación frente a problemas que podrían resolverse con algo más de diálogo.
Y conspiraciones. Muchas conspiraciones que no están en las críticas del periodismo ni tan siquiera en la cerrada actitud de una oposición que hace cada día su propio negocio.
Conspiraciones que se encuentran a pocos metros delintendente y que encarnan aquellos que se le acercaron para recuperar porciones de poder que la gente les negaba con su voto y los que aprovecharon de su pátina de honestidad para hacer negocios que día a día salen a superficie y que amenazan con arrasar con el principal capital político del veterano docente.
Lo de Sáenz Saralegui puede tener dos respuestas por parte de Arroyo. Enojarse con el viejo amigo de las viejas lealtades o meditar acerca de tantas cosas que pasan a su lado y de las que se entera cuando ya es tarde.
Lo que decida puede ser la llave de su futuro.