Otro caso más…y van. La jóven que todos buscábamos afanosamente se había ausentado voluntariamente por problemas en su hogar. Ahora dice que volverá.
¿Qué va a pasar el día en que la gente se canse y ya no preste atención a estos llamados de colaborar en una búsqueda?. ¿Y qué va a pasar entonces con algún menor que realmente se encuentre en una situación de riesgo?.
¿No sabían los padres de Azul que dentro de la familia existía un conflicto que podía haber empujado a la muchacha a ausentarse voluntariamente?. ¿Se lo contaron a la policía, a la justicia?. ¿A los medios, que incondicionalmente se pusieron a colaborar con la búsqueda?.
A la búsqueda también se suma al personal del Gabinete de Prevención, la Dirección de Niñez, Tránsito, Inspección General y los móviles del CPC. Esta situación llevó a que la DDI local creara un grupo de seis efectivos que se dedican exclusivamente a esta tarea.
Son demasiadas preguntas sin respuesta y que cada vez con mayor habitualidad tenemos que hacernos. Mientras crece en la sociedad la sensación de que los menores están en riesgo permanente, son decenas los casos que nos indican que no siempre es así y que no siempre hay extraños involucrados.
Lo decíamos hace unos días y volvemos a preguntarnos: ¿no ha llegado el momento en que los adultos sean responsables por este tipo de casos en los que todos los mecanismos organizados de la sociedad se ponen en movimiento detrás de una situación ficticia, que esconde problemas que no deberían salir de la órbita familiar?.
Para evitar que algún menor se encuentre mañana realmente en riesgo, ante la indiferencia de una sociedad harta de que la usen para localizar hijos enfurruñados.