CABEZA DE PLAYA

 

Mar del Plata se convirtió en esta semana en el epicentro de la estrategia que Daniel Scioli parece haber elegido para encarar la que tal vez sea la etapa más delicada de su camino hacia las elecciones de 2015.

Mucha presencia del gobernador en estas playas, anuncios importantes en el marco de la imagen que pretende dar a su campaña y una sensación clara de que será en esta ciudad que buscará montar uno de sus escenarios preferidos.

Contó en la ocasión con el acompañamiento del Intendente Gustavo Pulti, lo que puede parecer lógico para los ojos de quien mira la realidad muy por arriba, pero no lo es tanto para aquellos buceadores de las internas políticas que saben que la relación entre ambos transita siempre por el escarpado terreno de la desconfianza y de una relación personal que nunca dejó la tibieza como temperatura extrema.

Scioli sabe que por el momento Sergio Massa ha logrado posicionarse mucho mejor que él frente a la sociedad.

Y sabe también que ese sitio de privilegio tiene relación directa con la actitud que cada uno de ellos tiene frente al gobierno nacional.

Tal vez aferrado al hecho insólito que marcan las encuestas y que es que Cristina siga teniendo cerca de un 40% de aceptación entre la gente, al tiempo que su gobierno se desploma por debajo del 22%, el gobernador supone que marcar a cada momento su lealtad a la jefa de estado puede acarrearle la simpatía popular y acercarse a esos 30 puntos que en su entorno consideran el piso mínimo necesario para ganar la elección.

Pero ocurre que un escenario de deterioro general de la situación –escenario que por otra parte no parece hoy muy lejano en el tiempo- podría arrastrarlo en la debacle de toda la administración o en el “mejor” de los casos dejarlo aferrado a una mano presidencial que ya ha mostrado muchas veces que prefiere ser usada para castigar que para acariciar al ex motonauta.

Cualquiera sea su destino político, es claro que Daniel Scioli ha tomado a Mar del Plata como refugio y trampolín y que seguramente será por aquí un lugar en el que muchas cosas van a decirse y jugarse en el futuro.

Mientras tanto su principal oponente –aunque hay que seguir de cerca el crecimiento sostenido de Mauricio Macri en las últimas mediciones- no termina de hacer pié en estos lares, de la mano de una representación política desvaída, mediocre y, como si esto fuera poco, con las divisiones internas de todo rejunte político sin historia y con demasiadas apetencias personales.

Lo que hace que la decisión del mandatario provincial no aparezca como demasiado equivocada.