El base chaqueño Luis «Junior» Cequeira (37) vuelve a vestir la camiseta que usó por primera vez cuando llegó a Mar del Plata a los 15 años. Ilusión y disfrute total en el inicio de la Liga Argentina de básquet.
La segunda división del básquet argentino se pone en marcha en Mar del Plata y la presión por el ascenso de Quilmes se siente en el aire. Especialmente después de la efervescencia que trajo el clásico amistoso y de Leyendas de ambos clubes a cancha llena hace apenas dos semanas, quedó muy claro que el duelo ante Peñarol merece ser reeditado en la máxima categoría.
Con toda su experiencia en Liga Nacional a cuestas y dos períodos con la casaca del «Tricolor» (2001-2005 y 2014-2016), Cequeira encara esta nueva etapa sin desconocer el sentimiento del hincha y con el espíritu competitivo de siempre.
– ¿Cómo estás viviendo este regreso a Mar del Plata?
– Desde que volví, la idea es tratar de disfrutar. La última etapa que estuve acá no pude. Fue lindo llevar a Quilmes a su primer torneo internacional, jugar la final de Conferencia, pero fuera de la cancha era difícil disfrutar. Hoy el club está en otra situación. Con la gente que está a cargo, la institución es otra. Y eso me interesó. Estoy en otra etapa de mi vida. Las opciones eran irme a jugar al exterior con toda mi familia o no jugar más. Esa es la realidad. Cuando se dio esto de Quilmes no dudé en encolumnarme con los dirigentes, ir paso a paso para que Quilmes de a poco vuelva a tener su lugar.
– ¿Cómo convivís con la ilusión de los hinchas?
– No se puede frenar la ilusión de la gente. Es lo lindo de esta locura que tienen los hinchas. Así se vivió en el clásico con las dos parcialidades. La competencia no la conozco. Esa es la realidad. Voy a jugar como jugué toda la vida.
– Después de haber visto el clásico otra vez, todos quieren que Quilmes ascienda y no deja de ser una presión para ustedes que son los protagonistas…
– Tener presión siempre fue lo que me llevó a motivarme para jugar. Acá influye también lo sentimental, volver y estar con la misma ilusión. Y si está la presión, bienvenida sea. Nuestro objetivo en estos cinco primeros partidos de local es ver donde estamos parados de acá a diciembre. Por lo que tengo entendido el resto de los equipos también están reacomodándose y va a ser una gran incógnita. A la gente no le podés cortar la ilusión. Para nosotros el objetivo es el máximo siempre. Pero hay que ir partido a partido.
– ¿Qué pensaste cuando supiste que el primer partido se jugaba en Once Unidos?
– Se dieron cosas increíbles. Fue llegar y jugar un clásico. Cuando me fui la última vez me despedí en un clásico y pensaba que no lo iba a jugar nunca más. Mis amigos me decían que estaba entre los que más clásicos había jugado en la historia. Eso sumado a que el primer partido es en Once Unidos es un plus. Tampoco creía que iba a volver a jugar en Once Unidos. Es para pensar que hay que disfrutar las cosas que están pasando.
– ¿Qué te acordás de la primera vez que llegaste a Quilmes?
– La primera vez que vine a Mar del Plata llegué con mi vieja, me recibió Luis Fernández que era mi tutor como coordinador deportivo. Llegué en febrero, pleno verano, tenía 15 años recién cumplidos, estaba Keki Irigoyen que fue compañero mío y hoy es el quiropráctico del equipo. Me acuerdo que nos fuimos a Aquasol, primera y última vez porque no fui nunca más. Y después todo fue entrenar y hacerme amigos. Toda una vida de adolescencia dentro del club, mi señora es de acá, la conocí estudiando en el Polimodal. Muchos sentimientos dentro del club que era lo que quería volver a encontrar. En 20 años que jugué Liga Nacional siempre volví a Mar del Plata en los recesos. Y en los últimos seis años no había pisado el club. Por eso estoy tan contento, esperando empezar a jugar y que sea todo una fiesta.