CIVILIZACIÓN O BARBARIE

(Escribe Adrián Freijo) – La actitud de Francisco de Narváez golpeando a  un periodista por el contenido de una nota, pone una vez más en el tapete la opción sarmientina: civilización o barbarie.

Nada puede justificar la reacción violenta del candidato a gobernador por el massismo a la provincia de Buenos Aires. Huelga decir que cualquier forma de violencia, y tanto más la física, supone una actitud que debemos desterrar para siempre de la vida argentina; y mucho se está haciendo por estas horas en la materia como para no repudiar que un hombre público caiga en ella de esta manera.

Sarmiento planteaba la antinomia entre civilización y barbarie como una causa nacional y no se equivocaba. La historia argentina es hasta nuestros días una lucha permanente entre ambos extremos y hace tan sólo tres décadas que parecemos haber dejado atrás una de las más palmarias demostraciones de la segunda alternativa como fue durante tantos años la costumbre de interrumpir los procesos democráticos a los tiros cuando dejaba de gustarnos lo que hacían los gobiernos elegidos por el voto popular.

Pero deberemos también comenzar a atender aquellos casos en los que la barbarie se hace presente entre todos los actores en pugna. Porque la barbarie no sólo es física sino también conceptual.

Muchas veces hemos hablado en estas páginas acerca de los límites de la prensa. El periodismo no puede ni debe representar un camino de impunidad que nos convierta a quienes lo ejercemos en «primus inter pares» del resto de la ciudadanía. Por el contrario, siendo instrumentos de la verdad contenida en cada noticia, tenemos la doble responsabilidad de entender que cada cosa que decimos o escribimos debe estar fehacientemente comprobada; es muy grande el valor en juego como para permitirnos que tras la búsqueda de la primicia lastimemos el honor de las personas.

La agencia Nova, cuyo director fue víctima de la furia colorada, publicó un artículo cuyo contenido va mucho más allá de lo aceptable en el ejercicio sano del periodismo. En él se avanzaba groseramente sobre la vida privada de Dé Narváez produciendo para el propio dirigente, su mujer y su entorno familiar un daño irreparable y a todas luces innecesario.

Sólo la reproducción de alguno de los párrafos de la misma nos permitirá entender de lo que estamos hablando:

«Según habría trascendido, a la esposa del precandidato a gobernador por el massismo le encantaría ver a su marido manteniendo relaciones sexuales con otras mujeres. Pero no son comunes y corrientes, sino al mejor estilo milf.

La bella modelo de Darregueira, Ailén Bechara, habría sido una de las que volvió loco al “Colorado” y a su señora. Pero los encuentros “íntimos” no concluyeron ahí ya que la despampanante rubia, representada por Leandro Santos, se habría animado a más y le habría ofrecido varias mujeres de “alto vuelo” para concretar las fantasías más exóticas».

¿Tiene alguna importancia en la vida pública lo antedicho?, aún siendo real, ¿interesa lo que un hombre y su mujer hagan dentro de cuatro paredes?. A las dos preguntas la respuesta es obvia.

Es decir que la barbarie también se encuentra presente en el artículo de marras, cuya mala intención y exceso son demasiado evidentes como para intentar siquiera una explicación exculpatoria de su autor y del medio que la propaga.

Sería bueno que esto lo tuviésemos en cuenta al momento de abrir juicio de valor acerca de lo ocurrido, porque es claro que la reacción bárbara de Francisco De Narváez fue el correlato de la actitud bárbara de un ejercicio equivocado de la libertad de expresión en la justa medida que requieren los límites legales y de convivencia.

¿La civilización?…ausente de principio a fin en la triste historia que aquí contamos.

Y eso es lo grave.