CONGRESO NACIONAL: LA FICCIÓN AL PODER

Con la virtualidad el Congreso funcionó como nunca en su historia desde el regreso de la democracia. Sin embargo lo hizo para instalar una agenda que no le interesa al 90% de los argentinos.

El Congreso de la Nación sancionó más de leyes que en 2019 pese a la pandemia de coronavirus que obligó a implementar fuertes restricciones y se ubicó «en niveles históricos de funcionamiento con el sistema virtual» en ambas cámaras, de acuerdo a un informe de la Secretaría de Relaciones Parlamentarias de la Jefatura de Gabinete.

Según el estudio, en el período relevado que se inicia con el cambio de gestión presidencial, el 10 de diciembre de 2019, hasta el 30 de noviembre de 2020 inclusive, se sancionaron 65 proyectos de ley, un 66 por ciento que el año anterior cuando se aprobaron 45 iniciativas, y hubo más sesiones que en 2019 y que el promedio de los cuatro años anteriores en ese período.

Las cámaras de Diputados y Senadores alcanzaron «niveles históricos para las últimas dos décadas de trabajo legislativo» y «contrariamente a lo que se dice, los datos muestran que la actividad parlamentaria de 2020 fue muy alta», afirmó la subsecretaria de Asuntos Parlamentarios, Cecilia Gómez Mirada.

Sin embargo cuando se repasa la agenda de los temas tratados se descubre fácilmente que no responde al interés real de una sociedad traspasada por la miseria y la desocupación, arrasada por la inseguridad y escandalizada frente a la corrupción. De hecho ninguna ley de peso ha sido aprobada en el período que tenga que ver con esas cuestiones.

Y como una caricatura de esta democracia vacía de contenido real y moral, las sesiones extraordinarias que ahora se inician no muestran una tendencia a la convergencia con las urgencias de la gente: la prórroga de sesiones ordinarias del Congreso, dispuesta por el Poder Ejecutivo hasta el 3 de enero próximo, tendrá una agenda en la que prevalecerá el debate del proyecto sobre Interrupción Voluntaria del Embarazo, aunque también el oficialismo buscará tratar temas de interés para el Gobierno, como el de la nueva fórmula de movilidad previsional, el consenso fiscal y las modificaciones a la Ley Orgánica del Ministerio Público Fiscal.

Un tema que concentrará el debate social -el aborto- ubicado como tapadera de las otras tres leyes que en un caso afecta negativamente a la clase pasiva, en el segundo reforma el sistema de coparticipación para acentuar la dependencia de las provincia, fortalecer el poder el Ejecutivo y terminar con el concepto de federalismo consagrado en la Constitución, con la complicidad de gobernadores urgidos por recibir algo de caja e intendentes necesitados de habilitar sus ilegales reelecciones, aunque para ello tengan que firmar su capitulación a defender los derechos de sus provincias.

Y por último, la reforma del Ministerio Público Fiscal que necesita la vicepresidente para asegurarse una impunidad que en las actuales circunstancias de las causas que la involucran parece imposible.

Más allá de que la prórroga de sesiones ordinarias permita que se puedan incluir en la discusión proyectos que son impulsados por los propios legisladores, la agenda de 27 proyectos que el Poder Ejecutivo armó para enero y febrero, terminará siendo la que acapare los debates en lo que resta de 2020.

Pero que no muestran siquiera la intención de abordar temas productivos para la gente.

Y después los políticos se atreven a afirmar que el divorcio que los aleja de la sociedad es un invento de la prensa y de los poderes concentrados. Mientras la realidad muestra que a más sesiones y más leyes…más distancia con los temas de la gente.

Y una democracia que cada día queda más vacía de contenido y se convierte en tapadera de corruptelas, negociados y miserables ambiciones personales.

Hasta que los argentinos, por convicción o necesidad, digamos basta.