CRECE LA JUSTICIA POR MANO PROPIA EN LA CIUDAD

Ya son muchos los casos. Tal vez sintiendo que el estado no protege sus intereses, los ciudadanos ejercen con más frecuencia acciones violentas contra los delincuentes. ¿Cuál es el límite?

Un grupo de vecinos del barrio San Jacinto tomó  la decisión echar a un presunto delincuente de la zona. Llegó hasta la casa y comenzó a apedrearla; como respuesta recibieron varios disparos del propietario.

Tras la intervención policial que logró reducir al hombre y secuestrarle las armas, los vecinos prendieron fuego la casa.

Un caso…solo un caso de tantos que se conocen día a día, producto de una sociedad que siente que el estado no le da respuesta a su sensación de desprotección y miedo.

Porque la delincuencia va ganando ampliamente la batalla y encuentra en la permisividad de las normas, la mora de la justicia y la ineficiencia de instituciones policiales superpuestas, mal armadas y peor conducidas, socios necesarios para que ese triunfo termine convirtiéndose en dominación.

Y la gente decide entonces tomar justicia por propia mano y se convierte poco a poco en una fiera tan peligrosa como la que presume aniquilar.

La sociedad argentina, y por supuesto la marplatense, se encuentra al borde del precipicio de la anarquía. Y ya es tiempo de preguntarnos si ello no responde a un estado general de cosas que excede por mucho la cuestión de fondo que estamos tratando.

Porque ante los disparates de la economía oficial nos defendemos transitando el mercado marginal del dólar.

Porque frente a la angurria de un estado bobo que malgasta el dinero público en demagogia y corrupción, nos defendemos buscando el amparo de paraísos fiscales, cuentas en el exterior o una intrincada maneja de sociedades y testaferros que nos pongan a resguardo de su larga mano.

Porque ante la pobreza alarmante de la educación pública preferimos «pagar por un derecho» y enviamos a nuestros hijos a la escuela privada.

Porque ante la falta de apoyo del estado a la actividad económica privada nos convertimos en explotadores que abandonan el amparo de una legislación abusiva y llenamos al país de trabajo en negro.

Y más….mucho más cada día.

¿Porqué entonces no vamos a recurrir también a la justicia por mano propia?. ¿Hasta cuándo vamos a esperar que el estado y sus protagonistas comprendan que por este camino las cosas no van a resolverse y que los derechos de los honestos deben estar por encima del de los delincuentes?.

Estamos por pasar un límite al que será muy difícil retornar. Y que puede ser el que marca la diferencia entre una sociedad y una tribu.

Y eso nunca es bueno…

Foto: Whats App.