Por Adrián Freijo – El día que se escriba un manual sobre tomar la iniciativa más de un capítulo estará dedicado a la ex presidente. Puertas adentro nadie atina a explicar cual es ahora su estrategia.
Y un día volvió a las fuentes y hasta se definió como «orgullosamente peronista» pese a una década en la que a lo sumo accedió a que el partido fuese un furgón de cola de lo que ella misma definió como una opción superadora y que fue Unidad Ciudadana.
Cristina Fernández de Kirchner ha demostrado ser una maestra en eso de tomar la iniciativa política. A veces para bien del sector político que ahora se esfuerza en representar y en otras para sepultar cualquier opción ganadora que no la tuviese como protagonista excluyente.
Así por ejemplo no dudó en dinamitar las posibilidades de Daniel Scioli en 2015, rodeándolo de lo peor del kirchnerismo de cara a la sociedad, imponiendo un candidato a vicepresidente que en el mejor de los casos anunciaba una marca a presión sobre su posibilidad real de ejercer el poder y retaceando en todo instante el apoyo explísito a su postulación. Casi como si buscase una derrota en manos de Mauricio Macri, tal vez sin sospechar por entonces el calvario judicial que caería sobre ella, su familia y sus principales aliados.
Sin embargo ninguna responsabilidad que le cupiese en la debacle electoral y ni siquiera la avalancha de pruebas en su contra en escandalosos actos de corrupción fueron suficientes para enterrar su carrera pública y mucho menos para poner en controversia una porción de apoyo popular que hoy la coloca al frente de la intención de voto en todos los sondeos que andan dando vuelta por allí. Aquellos errores, y aquellos horrores, no son tomados en cuenta por sus fanáticos y ponen en evidencia que lealtad partidaria y apego a la honestidad no son características de peso electoral para un preocupante porcentaje de ciudadanos.
Es lo que hay…aunque no sea lo que debería ser.
Claro que en la reunión no estaba ninguno de los que hoy se atreven a enfrentarla y aún la ponen como límite. Ni Schiaretti, ni Massa, ni Urtubey, ni los líderes de la CGT, ni varios de los gobernadores «ganadores» o los intendentes que retienen una impactante cantidad de votos en sus distritos se acercaron a esta cumbre que por tal motivo no llegó a ser tal. En todo caso, se trató de una reunión de fuerte peso político que poco aporta -más allá del discurso- a la ansiada unidad y que abre la puerta a todo tipo de especulación acerca del futuro ya inmediato.
¿Qué va a hacer Cristina?….solo ella lo sabe; aunque el escenario permita cualquier especulación.
La lógica indicaría que intentará volver al lugar que tanta furia le produjo abandonar. Recibir aquellos atributos que se negó a poner en manos de Macri y sentir el placer de una revancha que tiene incorporada a su forma de ser.
Posee los votos y el centrismo necesario para instalarse como candidata por el solo hecho de pretenderlo. ¿Quién puede ganarle una PASO dentro del espacio peronista?, ¿quién se animará a plantearle una retirada, por el motivo que fuese, sin correr el riesgo de ser destinatario de su furia? y además…¿quién en un peronismo con posibilidades querrá quedar afuera del reparto del botín?. Imposible siquiera pensarlo…
Pero si quisiera quedarse en su casa, convertirse en la gran electora y controlar el poder, dar un paso hacia la historia sin perder la capacidad de incidir en la realidad, también podría.
Cristina abriga por estas horas un solo temor: que un peronismo dividido pueda depositarla otra vez en el casillero de la derrota, pero ahora con su nombre al frente de la boleta. No habría entonces retorno y la saña de los jueces caería seguramente sobre ella y sus hijos. Y eso va más allá de lo que está dispuesta a aceptar…..
Todos miran un escenario en el que un peronismo unido, con Lavagna y/o Massa como candidatos, le garantice el fin de la persecución judicial. Muy pocos toman nota que por estas horas algunos hombres cercanos a Cristina y otros operadores que habitualmente visitan Balcarce 50 comparten más que un café y se ofrecen figuritas para cambiar.
¿Porqué no?…el «fantasma Cristina» asusta a propios y extraños. Los unos temen que los haga perder y los otros sospechan que les puede ganar.
Y ella, sabedora de lo que su decisión afectará a todo el arco político argentino, se pasea entre silencios, gestos y palabras logrando lo que siempre fue su principal capital en una larga y seguramente exitosa carrera pública: que todos hablen de ella y dependan de sus decisiones.
Si hasta las muchas ramas de ese monstruo de mil cabezas que es el peronismo bailan por estas horas el minué del «me acerco, me alejo» esperando que es lo que resuelve Cristina.
Sin importar que se postule, se baje o simplemente patee el hormiguero para indicar que sin su presencia no habrá construcción posible.