Cristina Kirchner y una lógica binaria que la muestra al desnudo

Por Adrián FreijoA cada pregunta a la que los hechos irrefutables le daba una respuesta obligatoria la ex presidente se limitó a justificar sus actos en similares actitudes ajenas.

«En Venezuela no hay estado de derecho pero acá tampoco», «Maduro echó a la procuradora pero Macri también quiere hacer lo mismo», «empresarios amigos hicieron negocios durante nuestro gobierno pero ahora pasa lo mismo», «Lázaro Báez amasó una fortuna pero todos los empresarios comienzan desde abajo, ¿de dónde sacan la plata?», «678 era democrático aunque tuviese un alineamiento político pero otros canales hacían todo el tiempo acción opositora», «se escupían en la calle fotos de periodistas pero a mi me decían yegua, puta y montonera», «cuando vi a José López tirando los bolsos lo odié como creo que no odié a nadie en mi vida, pero ¿porqué no buscan a los empresarios que le dieron la plata?, «hace 42 días que desapareció Santiago Maldonado pero nadie del gobierno dijo nada», olvidando su largo silencio cuando la desaparición de Julio López, o cuando la tragedia de Once e inclusive, durante el gobierno de su marido, sobre lo ocurrido en Cromañón…y así todo.

Cristina llevó hasta el paroxismo su vieja costumbre de intentar descalificar una verdad incómoda con otra que afecte al interlocutor. Y lo hizo sin inmutarse mientras aconsejaba «evitar la grieta que es lo peor que le puede pasar a una sociedad».

Si Luis Novaresio tenía como norte de la entrevista poner sobre la mesa la peor cara de la personalidad de la ex mandataria, seguramente lo logró. Lástima grande que la charla no abandonó en ningún momento la contienda sicológica para adentrarse en temas vinculados con los resultados concretos de su gestión: inflación, pobreza, pérdida de la calidad educativa, aumento del asistencialismo y réquiem para el federalismo al convertir a municipios y provincias en esclavos dependientes de la chequera central.

Fuer sin duda el reportaje más interesante y completo que se la haya hecho a la hasta ahora esquiva Cristina Fernández -seguramente motivado en números cada vez más declinantes en las encuestas de cara octubre- pero no aportó nada a la comprensión final de un tiempo histórico. Las redes sociales demostraron, en apenas segundos, que aquella grieta está cada vez más abierta y que por ella sangra, sin posibilidad alguna de cauterizar, la herida profunda que hoy hace agonizar de odio a la Argentina.

«Yo soy malo pero el otro es peor» parece ser el slogan de este nuevo tiempo, de la misma forma que hasta no hace mucho el «robó pero hizo» justificaba el voto mayoritario de una sociedad anómica a quienes impusieron con desparpajo la corrupción como parte indivisible de la política.

Costumbre heredada del ominoso «algo habrán hecho». Sin palabras…

Cristina pasó por la entrevista con la clara intención de que algo cambie para que nada cambie. Ya no podrán decir que rehuye a la prensa, pero nadie en sus cabales podrá evitar el gusto amargo de ver que el país fue gobernado por tantos años por una persona que justifica sus atropellos y corruptelas en los que cree ver en los demás.

Y como siempre ocurre, cada vez que un poderoso abre la boca la verdad se escapa por la ventana de este triste país que supimos conseguir.

Y que ya no «está» así…«es» así.

Foto: Gentileza INFOBAE