Cristina tiró al pichón y una Bielsa se cruzó en su camino

Redacción – La ministra de Hábitat era uno de los miembros del gabinete más cuestionados por la vicepresidente. Alberto no pudo sostenerla y pronto la siguen otros ya sentenciados por Cristina.

Tras varias críticas a su función y luego de tensiones internas en el Frente de Todos, María Eugenia Bielsa dejó de ser la ministra de Desarrollo Territorial y Hábitat tras 11 meses en su cargo. En las cercanías de la ahora ex funcionaria dejaron trascender que «Cristina venía pidiendo su cabeza desde hace tiempo y el presidente no tuvo espalda para sostenerla».

La primera funcionaria eyectada luego de la carta de Cristina Kirchner en la que marcaba que había «funcionarios y funcionarias que no funcionan» es Bielsa. El intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, sería quien la reemplace. Ferraresi compartió actos con Alberto Fernández en el último tiempo y fue muy elogiado por el Presidente por su gestión en esa ciudad del conurbano bonaerense, aunque es un secreto a voces que su nombre fue impuesto por Máximo Kirchner que lo tiene como un eslabón especial en su política de acercamiento con los intendentes del conurbano.

Con respecto a este y otros cambios en el gabinete que se vienen los más estrechos colaboradores del presidente prefieren sostener que Alberto «los ve como un ajuste de tuercas lógico en un equipo que lleva casi un año de trabajo en el peor de las condiciones, más que como un acontecimiento político en sí mismo. Sin embargo no podrá evitar las especulaciones y segundas lecturas cuando todos los focos apuntan al gabinete, sobre todo después de la carta de Cristina Fernández de Kirchner que puso en palabras lo que muchos, incluso el Presidente, pensaban: hay figuras que no supieron adaptarse al ritmo que demandan la doble crisis de pandemia y recesión. El Presidente ya tiene sobre su escritorio varias opciones de recambio para su staff de ministros y secretarios de Estado, algunas de las cuales ya están en marcha» afirman tratando de ocultar lo que ya a esta altura es obvio: Cristina es la que armará el nuevo gabinete y hay cosas del pasado que no supera y de las que piensa tomar revancha.

La dimitente había criticado fuertemente la conducción de la ex presidente al revelar crudamente las condiciones que le impuso Cristina para que sea candidata en el 2015 a pocas horas de que se venza el plazo para la presentación de listas y que Bielsa terminó rechazando y bajándose de la postulación. «Yo era candidata hasta un viernes a las 12 de la noche, pero Cristina propuso una serie de condiciones y la primera era que La Cámpora tenga prioridad en la lista de legisladores» contó para justificar el portazo que diera por aquellos tiempos.

Doblemente dura fue cuando, al analizar el triunfo de Cambiemos en diciembre de ese mismo año 2015, la santafesina no dudó en sostener que «por las mezquindades de Cristina podemos decir que no nos ganó Macri, perdimos nosotros. Hagámonos cargo de lo que hoy está padeciendo el pueblo argentino que en parte es por la mezquindad que tuvimos nosotros. Gobernamos durante 12 años, teníamos gente proba, lúcida, para construir candidatos, dejarlas crecer y después te dicen que vamos con un candidato muletto, pobre Scioli, demasiado hizo. Muchas veces, del negocio de los dirigentes resulta el dolor de la gente».

Pero si algo la ex presidente nunca le perdonó a Bielsa fue cuando, refiriéndose a las denuncias de corrupción contra Cristina y los suyos, se atrevió a afirmar que «me da mucha pena tener que sentarme a una mesa y explicar por qué robamos. Muchachos, robamos y no hay que robar en la política».

Cultora de aquello de «siéntate en la puerta de tu casa y verás pasar el cadáver de tu enemigo» la ex presidente se lleva ahora puesta a alguien cuya presencia en el gabinete siempre criticó.

Ahora siguen Santiago Cafiero -más que por su opaco desempeño Cristina guarda hacia él una inquina que es proyección de la que tenía por su ilustre abuelo que fue quien hizo público que cuando fue a solicitar a la entonces senadora un aporte para el monumento que el PJ quería erigir en memoria de Juan Domingo Perón recibió como respuesta «yo no voy a poner un peso para ese viejo de mierda» y luego Vilma Ibarra, la persona de mayor confianza de Alberto, a quien se refirió hace pocos días al recordar su decisión de «resignar la primera magistratura para construir un frente político con quienes no sólo criticaron duramente nuestros años de gestión sino que hasta prometieron cárcel a los kirchneristas en actos públicos (en clara alusión a Sergio Massa a quien considera ya neutralizado por Máximo y La Cámpora que «lo tienen guardado en una cajita»(sic) como suele decir divertida a quien quiera escucharla)  o escribieron y publicaron libros en mi contra». La Secretaria Legal y Técnica es la indudable destinataria de este último dardo.

Lo cierto es que el presidente pierde a una de las funcionarias de su equipo con las que trataba de dar alguna imagen de equilibrio de poder y queda expuesto por la imposibilidad de sostener a los suyos más allá de la voluntad de Cristina.

Lo que en las puertas de un año electoral, en el que en pocos meses comenzarán a conformarse las listas de candidatos, lo debilita frente a propios y extraños y es una clara señal a los factores de poder interno del peronismo -gobernadores y caciques del conurbano- de quien es la persona con la que deberán negociar espacios de cara al futuro.

Una forma de ejercer el poder que puede ser considerada brutal por parte de la viuda de Kirchner pero que, por cierto, no debe sorprender a nadie.

Además porque recordando el estilo del difunto ex presidente podríamos afirmar que «lo que se hereda no se roba»...aunque en el caso del kirchnerismo tal vez no sea ele ejemplo más apropiado.