CUANDO LA DISTRACCIÓN SE PARECE A LA INDIFERENCIA

Todos los días se conoce un nuevo caso de abuso infantil en colegios, públicos o privados, laicos o religiosos, y ello nos obliga a reflexionar sobre nosotros mismos.

La reiteración de casos de abuso sexual que tiene como protagonistas a personal de las escuelas argentinas, sin distinción de escalafón ni carácter docente, y por víctimas a chicos de todos los niveles educativos, sin importar tampoco si estos corresponden a la enseñanza pública o privada, nos pone de frente a un drama social que indudablemente “estaba ahí” y nadie podía o quería ver.

Tal vez el cambio de costumbres, con la caída de viejos tabúes que se habían convertido en un verdadero andamiaje moral de nuestra sociedad, haya servido para abrir las ventanas y poder observar sin tapujo alguno lo que ocurría entre nosotros.

En algún punto esta situación nos recuerda otra, a veces perdida en el tiempo, que encontró a los argentinos  “distraídos” frente a la infernal represión desatada por el estado. A metros nuestros se secuestraba, se torturaba, se mataba y se hacía desaparecer a miles de seres humanos sin que nos diésemos cuenta de nada.

Son entonces varios los esfuerzos que como comunidad tenemos por delante.

En primer lugar, aquella organización que todos financiamos en el supuesto de que resolverá los temas comunes que como sociedad nos ocupan y que es el estado, tendrá que revisar los cánones de ingreso en la docencia y al trabajo en las escuelas y preparar rápida y eficientemente un conjunto de seguimientos y evaluaciones permanentes para conocer en profundidad el estado psicofísico de toda persona que preste servicio en cercanía de los niños.

Existen hoy instrumentos suficientemente precisos como para tener un ajustado acercamiento a este tipo de circunstancias.

Pero también deberemos plantearnos como conjunto e individualmente que es lo que ocurre para que estas cuestiones ocultas puedan mantenerse así durante tanto tiempo sin que nos demos cuenta.

¿Es así, o queremos que sea así?.

Los abusos, las torturas, la corrupción, la droga, la delincuencia, la marginalidad, el alcoholismo juvenil, la pobreza extrema, el fenómeno de los barras bravas y tantas otras cosas nos anuncian sin intermediario alguno que al menos….hemos estado demasiado “distraídos”.