Cuarto intermedio, viejas mañas y un Plan «B» a la extorsión

Por Adrián FreijoLa discusión entre el gobierno bonaerense y los gremios docentes pasó a cuarto intermedio según fuentes oficiales.La hora de tomar posición: educación o decadencia.

¿Es bueno un gremialismo fuerte?, por supuesto que sí; su ausencia significa un  abuso permanente de un capitalismo que sin control alguno se vuelve salvaje.

¿Sirve al progreso un capitalismo pobre?, ciertamente no. porque la historia indica que toda sociedad que desalentó el esfuerzo privado e intentó suplantarlo por el intervencionismo estatal, terminó en un fracaso absoluto.

¿Para que tenemos entonces que educar a nuestros niños y jóvenes?, para competir, para esforzarse y para saber que el éxito no está solamente en destacar sobre el conjunto sino en generar un conjunto sólido, culto e inteligente que no se convierta en una carga para el que triunfa ni en un fracaso por mantenerse en una media general. Porque esa media será digna, preparada y suficiente para una sociedad que se respete a sí misma.

La Argentina lleva muchas décadas en manos de falsos profetas.

Los que «hablan por el pueblo» lo quieren masificado y mendicante, para que nunca se le ocurra pensar en un futuro que no dependa del líder salvador.

Los que plantean la «dignidad de los humildes» entienden por ello una casa regalada, un peso en el bolsillo, una jubilación a cambio de toda una vida de marginalidad o la cinta cortada en la inauguración de un hospital que tendrá más fotos del momento que remedios, médicos o soluciones.

Los que sostienen en «progresismo», lo subsumen en la ideología; los que pregonan «participación popular» la suben a micros rentados, con cantos rentados y con tiempos rentados; los que hablan de «empoderamiento» ciertamente se refieren a la obediencia debida en tiempos civiles.

Cuanto más «populares» han sido los gobiernos argentinos, más han gastado en publicidad y menos en educación. ¿Para qué preocuparse por ella si es mucho más «rentable y económico» financiar dirigentes gremiales que garanticen el chantaje permanente de paros que serán resueltos por la aparición del «líder providencial» o arrastrarán a la educación cuando ello sea beneficioso a quien, a la larga o a la corta, se beneficie con la incultura pública.

Se viene una batalla definitoria de la guerra por el futuro argentino. Y el general que comanda el ejército de la luz está muy solo.

María Eugenia Vidal se animó a lo que nadie antes había osado: preparar una alternativa docente frente a un paro salvaje.

Y deberá enfrentarse a semanas de presiones mediáticas, de periodistas apresurados a recuperar sus prebendas de antaño y tantos otros que también las recibían y sin embargo pueden todavía mantenerse en el anonimato. Todos ellos, con mayor o menor cara de «eruditos» hablarán del valor de la sindicalización, del derecho a huelga, y de la dignidad del trabajo docente.

¿Dirán que el 60% de los maestros argentinos no están agremiados porque no creen que ninguno de los sindicatos del sector defienda seriamente sus derechos?.

¿Se animarán a confesar que esos mismos maestros dicen en privado de su deseo de iniciar las clases y aceptan que la oferta del gobierno provincial -atada a la inflación reconocida por el hoy creíble INDEC- es la más segura que hayan recibido en años?.

Se podrá discutir si movilizar voluntarios para cubrir la ausencia docente en las aulas es algo deseable y hasta aún posible. Pero no podrá negarse que, luego de décadas en las que los gremios del sector hacían lo que querían ante la impotencia de toda la sociedad, la propuesta de Vidal encarna por fin un «Plan B» que rompe con la costumbre y la resignación.

Y de que todos los bonaerenses nos encolumnemos detrás de la gobernadora depende que esta vez la actitud de las partes sea distinta y que al final del camino haya nacido un nuevo tiempo.

Seguramente rico en escollos...pero carente de extorsiones.