Por Florencia Cordero (Enviada Especial a Londres 2012) Mar del Plata estuvo muy bien representada en los Juegos Olímpicos de Londres con deportistas esforzados y dirigentes comprometidos.
Ya aplacada la euforia olímpica es bueno tomar dimensión de lo que ha sido para los embajadores deportivos de la ciudad una experiencia invalorable que no sólo es historia sino que también se proyecta hacia el futuro con los mismos intérpretes y con otros nuevos que querrán imitar el tesón y la entrega de los que ya lo vivieron para sumarse a la próxima cita.
El resultado deportivo más destacado para Mar del Plata fue el excelente cuarto puesto obtenido por Cristian Rosso, junto a su compañero Ariel Suárez, en el doble par de remos cortos. La dupla argentina realizó una performance brillante de principio a fin en toda la competencia olímpica desde las series clasificatorias hasta la gran Final A en la que arañaron la medalla de bronce con una última regata conmovedora. En sus competencias por el mundo hasta llegar al cuarto lugar en Londres 2012, Rosso y Suárez lograron una superación admirable en muy poco tiempo y dejaron en claro que están para seguir creciendo con la mira puesta en Río 2016.
Otra que aspira a la próxima cita olímpica es la maratonista María de los Ángeles Peralta, quien tras cumplir el sueño de correr el maratón olímpico, ya tiene decidido proyectarse hacia lo que podría ser la edad ideal de maduración para una atleta en este tipo de prueba. Siempre impulsada por su emprendedor entrenador Leo Malgor, quien realizó una tarea fundamental, la atleta marplatense ya demostró en el encantador circuito de Londres que pueda dar mucho más y sabe que cuenta con el apoyo necesario para prolongar su vida de deportista durante un ciclo olímpico más.
Un marplatense con futuro olímpico es, sin dudas, el basquetbolista Marcos Mata, quien integró el seleccionado argentino que se ubicó en la cuarta colocación en Londres 2012 y que sabe positivamente que su mejor momento está por venir. El alero de Peñarol no tuvo mucha participación en la rotación del equipo argentino, pero logró absorber esa valiosa experiencia que fue ganarse un lugar en un plantel de elite como es la Generación Dorada que le brindó todo su apoyo para, de a poco, ir entregando la posta a los más jóvenes que serán imprescindibles en los próximos años.
Por su parte, el entrenador de beach volley femenino, Pablo Bernardi, supo capitalizar la presencia histórica de la disciplina en Juegos Olímpicos y, si bien los resultados no acompañaron, el coach marplatense siguió con su vocación de continuar perfeccionándose en el deporte que ama y que seguramente lo proyectará a nuevas experiencias y desafíos internacionales.
Una historia aparte vivieron los marplatenses que integraron la delegación argentina como dirigentes del Comité Olímpico Argentino. El Jefe de Misión, Gabriel Curuchet, se recibió de dirigente con mayúsculas, al demostrar cada día de Londres 2012 que está a la altura de la máxima exigencia a la hora de coordinar todos los movimientos de una numerosa delegación en una tarea tan desgastante como apasionante. El desempeño del ex ciclista lo posiciona sin dudas para ubicarse en un lugar de privilegio en la dirigencia del deporte argentino con la proyección lógica que merece una persona que conjuga de manera perfecta la experiencia del deportista con el compromiso y la responsabilidad del dirigente serio.
Por su parte, Juan Curuchet vivió por primera vez la sensación de ser dirigente olímpico y llevó a cabo la tarea con su alma de deportista intacta. El ganador del oro olímpico en Beijing 2008 volcó parte de sus vivencias ante cada integrante de la delegación dando un valiosísimo aporte para quienes aspiran a llegar a la gloria que él abrazó hace cuatro años. Juan defiende los intereses de los deportistas mejor que nadie y a eso le suma su visión hacia delante de lo que se puede hacer para mejorar las condiciones de preparación de cada atleta, lo que lo convierte en un referente ineludible. También Nora Vega, quien ya había estado en Beijing, volvió a aportar toda su paciencia y parsimonia para contener a los atletas que siempre valoran y necesitan la ayuda de aquellos que vivieron para el deporte en su momento en primera persona y que ahora pueden entregarse desde otro lugar para acompañar el desarrollo de cada deportista.
En definitiva, cada uno de los marplatenses que estuvieron en Londres 2012 dejaron la piel en cada uno de los roles que tuvieron que cumplir en un contexto de exigencia máxima. Los deportistas cumplieron y hasta superaron las expectativas, los entrenadores alcanzaron sus objetivos y ganaron experiencia mientras que los dirigentes trabajaron a destajo y demostraron toda su capacidad.
Los Juegos Olímpicos no se comparan con ninguna otra competencia deportiva internacional y Mar del Plata tiene mucho más para aportar al deporte argentino en el olimpismo. Sólo será cuestión de saber potenciar a los que ya vivieron la experiencia para contagiar a aquellos que anhelan alcanzar el sueño olímpico y que ya están trabajando para poder aspirar a ser parte. Porque los Juegos Olímpicos duran dos semanas, pero a veces tan solo para estar es necesario el esfuerzo de toda una vida.
El oro tan deseado
El correntino Sebastián Crismanich fue el deportista que provocó la máxima emoción de la delegación argentina en Londres. Pero el impacto que causó en todo el país no sólo fue por el logro en sí mismo de haber ganado la medalla de oro en taekwondo sino también (y fundamentalmente) por lo que demostró con su personalidad humilde de perfil bajo a través de las declaraciones que brindó después de haber conseguido el galardón más importante. Sin la difusión de los deportes más populares, Crismanich se concentró a pleno en su preparación. Después de haber obtenido el oro en los Panamericanos de Guadalajara 2011 ya tenía la sensación de que podía aspirar a lo máximo en Londres. El mismo día que todos miraban a Las Leonas o a la Generación Dorada, Crismanich (a la misma hora) sólo apoyado por su gente y su círculo íntimo a la distancia, llegó a lo que se convirtió en la performance más destacada de la delegación argentina en los Juegos.
Cuatro medallas
Argentina obtuvo en Londres no menos de lo que se sabía que podía alcanzar en su posición en el medallero. Además del oro de Sebastián Crismanich en taekwondo, Las Leonas cumplieron con la medalla de plata, el tandilense Juan Martín Del Potro conmovió con su bronce en tenis y el yachting hizo su aporte con el bronce de Calabrese y De la Fuente.
Diez diplomas
Paula Pareto y Emmanuel Lucenti (judo), Germán Lauro (lanzamiento de bala), Federico Molinari (gimnasia), Juan Martín del Potro y Gisela Dulko (tenis), Yamil Peralta (boxeo), Ariel Suárez y Cristian Rosso (remo), Miguel Correa y Rubén Rézzola (canotaje) y la selección de básquetbol (cuarto lugar) y el joven equipo de voley obtuvieron su diploma olímpico.