El empresario gastronómico marplatense Cristian Barrionuevo afirmó desde Suecia que, a diferencia de otros países, la vida sigue casi con normalidad, pero sin clientes en sus restaurantes en Gotemburgo y en Londres.
Preocupado por sus empleados y por la salud de su familia, se mantiene en alerta en los movimientos de su vida cotidiana en Suecia, atento a la actualidad laboral en el Reino Unido y pendiente de lo que pasa en Argentina. En diálogo con la periodista Florencia Cordero en el programa Un Lugar en el Mundo de Radio Brisas de Mar del Plata, Cristian Barrionuevo dio un panorama de la situación y reflexionó sobre el impacto social y económico que provoca el coronavirus en la sociedad.
– En Gotemburgo y en Londres se manejaron diferente a otros países en los que el coronavirus avanzó, ¿cómo lo estás viviendo?
– Como empresario y teniendo a cargo mi familia y la de mis empleados en muy difícil de afrontar esta situación. Nuestro negocio es día a día y planificás en base a lo que pensás que ibas a factura. Tanto en el Reino Unido como en Suecia empezaron sin tomar medidas drásticas. Pero para nosotros como negocio es muy duro porque la recomendación es no ir a restaurantes, bares o pubs. Fueron semanas de incertidumbre, pánico y desinformación. Y sin clientes. Decidieron cerrar todo. En Londres hay como una pre cuarentena no tan estricta y en Suecia hay flexibilidad. La gente va al gimnasio y al parque, pero no se está socializando porque en ese sentido son bastante obedientes.
– ¿Qué esperan que pase en Suecia como para seguir con la vida casi normal?
– Suecia es un país con un alto grado de depresión y suicidios. Es complicado. Y acá piensan que el país no puede parar, que nos vamos a hacer inmunes cuando se contagie el 50% de la gente. La información es confusa. Acá la vida continúa igual y eso nos da miedo. Tratamos de seguir el ritmo, pero por ejemplo mi hijo es asmático y hace dos semanas que no va al colegio. Tratamos de seguir viviendo una vida normal con la precaución de lavarse las manos, pero no mucho más que eso y con el miedo de que si te duele la garganta entrás en pánico.
– ¿Te sorprendió cómo encararon la situación en Londres?
– En Londres era igual hasta que los casos empezaron a subir rápido. Boris Johnson empezó a pensar en medidas más drásticas pero preocupan las consecuencias económicas. Es un país que no puede parar por mucho tiempo. No es tan fácil parar un país con esa dinámica. Y él trató de mantenerlo hasta el último aún sabiendo que va a morir gente. Entre los tres restaurantes tenemos más de 60 personas trabajando. Las primeras dos semanas no había gente y después se tuvo que cerrar. Dicen que van a aplicar medidas para ayudar al sector pero todavía no hay nada escrito con la firma de Boris abajo. Nosotros tenemos que seguir pagando el alquiler, la luz y los sueldos de la gente.
– ¿Cómo te afecta el hecho de estar informado desde allá sobre lo que pasa en Argentina?
– Este tiempo me está haciendo pensar y analizar que la vida va por otro lado. Hay que disfrutar los momentos. No todo es económico con esa vorágine loca de todos los dias. La cabeza se nos abrió mucho, a mí y a mi esposa, en ese sentido. Esto nos va a dejar una enseñanza. Nadie quiere aprender de esta manera, pero me parece que nos va a enseñar a convivir y a estar más unidos aunque tengamos que estar a un metro, a valorar un mate, una llamada a un amigo, a tu hermano. Esto nos va ayudar como sociedad un montón.
– ¿Seguís con la idea de volver a Mar del Plata con un emprendimiento propio?
– Más que nunca quiero hacer algo en Argentina. Extraño mucho mi ciudad y me encantaría estar allí ayudando. En Londres estamos llevando comida a los hospitales. Por cada vianda que se pide, otra va para los médicos del hospital. Es una manera de que la gente piense en gastar y, a la vez, pueda ayudar. Hoy el take away es el negocio.
– Entonces en Suecia la vida se desarrolla de manera normal prácticamente…
– Acá la vida es normal pero con 95% menos de clientes. Eso te mata. A mí y a todos los restaurantes de Gotemburgo. Aunque suene duro, acá hay solamente 300 muertos. Las autoridades dicen que saben que vamos a perder mucho viejos. Lo tienen bien claro. Lo dicen en las entrevistas. Están muy confiados. Dicen que la solución no la tiene ningún país. El sueco es una persona muy fría y piensa que el país no puede parar, que las escuelas tienen que seguir y que todo tiene que seguir funcionando.
– ¿Qué pensás que puede cambiar en el mundo en cuanto al comportamiento de las personas?
– Esto nos va a hacer más humanos. Esto es algo que no se puede dominar y por eso te frustra, te hace pensar. Siempre tuve respuesta para todos mis empleados en estos 15 años acá. Y con esto no hay una respuesta para dar con este tipo de situación. Hay que pensar que la vida es despertarse a la mañana, hacer el desayuno, darle un abrazo a tus hijos, hacer los deberes con ellos. Compartir. En mi situación me da para tener ese tiempo. Pero nadie trabaja 24 horas y no se valora el tiempo que uno tiene libre. Uno siempre quiere más. Hay que disfrutar el día a día. Hoy estando encerrado ya extrañas a tu peor vecino. Todas esas cosas te cambian un poquito la cabeza.