Por José Luis Ponsico (*) – El 7 de agosto se cumplen 68 años de aquella hazaña del santafesino Delfo Cabrera, medalla de oro, en la Maratón de los Juegos Olímpicos, en Londres´48.
El gran atleta de los´40 y 50, el célebre «bombero La Boca», gloria del deporte argentino , había nacido en Armstrong, una ciudad agropecuaria de Santa Fe, hace ahora más de nueve décadas
«La vuelta final en Wembley remite a una de las grandes leyendas del atletismo de todos los tiempos» evocó Osvaldo Suárez, para Télám entrevistado en su domicilio.
Otro notable del atletismo argentino, ganador de tres Maratón de San Silvestre en San Pablo, Brasil, entre 1958 y 1960. Se trata de la legendaria carrera que se corría entonces en las horas de fin de año con la intención de que los ganadores cruzasen la meta en los primeros minutos del siguiente..
«Delfo se convirtió en verdadero símbolo deportivo del gobierno peronista», afirmó el fondista Osvaldo Suárez, consultado por este periodista
Sucesor de Cabrera, que encontró la muerte en accidente automovilístico en la localidad de Alberti en la provincia de Buenos Aires, Suárez habla de un episodio «extraño» al aludir al fallecimiento de su amigo.
«Delfo con el número 233 y corriendo de atrás como a él le gustaba ingresó a Wembley cuando se caía por cansancio el belga Gailly» recordó
«La postal del bombero de La Boca con el pecho inflado corriendo últimos 300 metros, es una de las escenas de la historia del atletismo de todos los tiempos», evocó
«El 17 de octubre del´49, el Presidente Juan Domingo Perón entregó la «medalla al mérito», en un acto emocionante en una de las jornadas más recordadas de la época».
«Con Evita lo premiaron con una casa, lindo chalecito, en Wilde. Delfo estaba muy feliz», agrega Suárez.
El recuerdo remite a uno de los tantos actos desde el balcón de la Casa Rosada y la multitud celebrando en la Plaza de Mayo. Imágenes que recorren la historia política del país ubican al humilde bombero en ese lugar, honrado por el Presidente de la Nación y su esposa.
Cabrera, cuarto de seis hermanos, en su niñez ofició de obrero ladrillero y en el campo recolector de maíz, según revelan las antiguas biografías que sobre él se han escrito.
«Formado en hogar humilde, cuando Juan Carlos Zabala ganó la maratón olímpìca Los Angeles, Delfo le prometió a su madre que llegaría a ser olímpico en el atletismo. Ya era su pasión», relató Suárez, quien no jeda de recordar que ambos triunfos olímpicos, con varios años entre uno y otro, se dieron en una misma fecha: el 7 de agosto; motivo por el cual ha sido designado como El Día del Maratonista.
Se cuenta que cuando llegó a la Capital Federal se inscribió como atleta a cargo del profesor Francisco Mura. Entrenaba en el «Viejo Gasómetro» de Boedo, antigua cancha de San Lorenzo.
«Cabrera viajó con el resto de los atletas a Londres en «tercera clase», escribió Dante Panzeri en «El Gráfico»
«Mientras los atletas cruzaban el Atlántico en barco, en una travesía que representaba un mes de viaje hasta Londres, Cabrera que no era alto aunque de físico macizo armaba «el plan de carrera» con parte de una generación gloriosa», puntualizó Panzeri mucho después.
«Delfo mantuvo el plan acordado con Eusebio Guíndez que terminó quinto y el bahiense Armando Sensini, noveno».
La evocación de Osvaldo Suárez registrada en el living de su departamento de Av. Mitre 1800, Avellaneda, enclavado casi en el «corazón» de su aldea Villa Domínico.
«Nunca antes -tampoco después- la Argentina tuvo tres maratonistas olímpicos entre los primeros diez» explicó Suárez. El fondista más ganador atletismo sudamericano de los´60″
Osvaldo Suárez, con sus 80 años de vida y una humildad conmovedora, evoca su condición de «múltiple». Y dice: «También era especialista en 5.000 y 10.000 metros, además de maratonista», explica. Un coloso.
«Cuando Cabrera llegó al estadio de Wembley iba detrás del belga Etienne Gailly. Inolvidables videos en blanco y negro muestran la resistencia del argentino. Una hazaña«, afirmó.
Es posible que la hazaña haya marcado a fuego a la generación de atletas que lo continuaron, como el propio Suárez, Lemos y también Domingo Amaizón y Armando Pino.
«En los 400 metros finales y bajo la mirada sorprendida de 70 mil personas, Delfo emocionó al mundo. Su paso firme, su andar regular y su pecho «inflado» grabaron en las retinas para siempre la vuelta que lo hizo célebre.
«Cabrera no era candidato a ponto tal que los organizadores carecían de nuestro himno. En el tablero electrónico loinscribieron como «Cabrora», ironiza Osvaldo Suárez.
«El fondista argentino asombró al mundo. El gobierno peronista lo premió con una casa en Wilde, Avellaneda, lugar donde vivía. Delfo Cabrera agradeció personalmente a (Juan) Perón y a «Evita» (Eva Duarte) por el reconocimiento».
«Actitud que pagó caro después», describió Osvaldo Suárez ,también premiado por el gobierno luego de los Panamericanos de México en marzo del´55.
«En Melbourne, Cabrera había ascendido a Cabo en su trabajo de bombero de la Policía Federal, y estaba bien entrenado. Pero el checo Emil Zatopek, la legendaria «Locomotora humana», asombró al mundo y pulverizó todos los récords.
«Delfo fue sexto. En Argentina ya era un ídolo. La caída del gobierno lo relegó y cayó en desgracia».
En el llamado «genocidio deportivo» según el historiador Alfredo Aguirre, Suárez resultó otra víctima.
«Al año de la «Libertadora» de (Pedro) Aramburu e (Isaac) Rojas, Cabrera fue trasladado a una oficina del Jardín Botánico en Palermo. «Estaba grande pero seguía corriendo», dice Suárez.
«Bancaba todo tipo de injusticias», añadió. «El ocaso lo padeció «proscripto» como nosotros (Osvaldo Suárez y Wálter Lemos) que no pudimos asistir a los Olímpicos de Melbourne´56.
«Recién salí de la condena en Mar del Plata en 1964 cuando gané la maratón de El Gráfico», puntualizó Osvaldo.
El 2/08/81, plena dictadura militar, en la ruta nacional 5, cerca de Lincoln de donde regresaba de un homenaje, murió atropellado por un automóvil.
Se caratuló muerte «dudosa». Cabrera en el´74, luego de la renuncia del gobernador Oscar Bidegaín, ocupó un cargo en la Secretaría de Deporte bonaerense.
Estuvo en Mar del Plata y cumplió actividad de la política deportiva en las oficinas ex Piso de Deportes del Casino. La fama había decrecido en medio del intenso debate político que lo arrastro en el complejo escenario de la interna peronista.
La justicia penal interviniente juzgó «homicidio por culpa o imprudencia». En 1989 trascendió la identidad del conductor que lo atropelló y su «irresponsabilidad» en el volante. Se trataba de un militar de alto rango.
«Delfo había superado todas las adversidades. El destino, en tiempo de genocidas le jugó una mala pasada», concluyó Suárez.
Hace 48 horas la Legislatura porteña honró al gran Delfo Cabrera con reconocimiento al hijo del atleta.
(*) Columnista de la Agencia Télam, AgePeBa. La Señal Medios y Libre Expresión