Las tensiones sindicales, la carga sobre los intereses de Aldrey, chispazos con Vidal y Macri y crecientes tensiones en su equipo de gobierno; parecen demasiados frentes a un mismo tiempo
Hay una vieja discusión acerca del camino a seguir por parte de esos gobiernos que al llegar quieren hacer «borrón y cuenta nueva» con el pasado. Están los que hablan de gradualismo -ir de a poco y evitar de esa manera los conflictos- y también los que proponen una política de shock que haga que «pase lo que tenga que pasar» para poder rápidamente pasar la hoja y seguir adelante.
[Tweet «La pelea de Arroyo con Aldrey es por ahora más efectista que efectiva»]
Carlos Arroyo comenzó su gestión con un letargo que duró casi un mes. Nombramiento de colaboradores con cuentagotas, poca comunicación de los también escasos actos de gobierno y una sensación generalizada de que el flamante intendente tenía serias dificultades para arrancar.
Tal vez lo ocurrido con el papelón en el área en el que la ciudadanía tenía depositadas las máximas expectativa, la seguridad, fue una muestra clara de esos tropiezos.
[Tweet «Arroyo: ni «shock» ni «gradualismo»;la sensación es que todo parece navegar sin rumbo»]
El paro de municipales, el conflicto con la basura y un disimulado e incipiente enojo de la gente parecen haberlo puesto en estas horas en una hiperactividad que sin embargo no expresa señales claras con respecto a la existencia de un plan de gobierno.
La cruzada iniciada contra el empresario Florencia Aldrey parece por ahora más efectista que efectiva. A un porcentaje muy extendido de la sociedad esos embates ciertamente la entusiasman, más que por el personaje en particular, por el hartazgo de la gente por la existencia de aquellos que nunca pierden cuando todos pierden.
[Tweet «Arroyo: las marchas y contramarchas generan chispazos entre sus funcionarios»]
Los los municipales se dio el juego del «teléfono descompuesto». O alguien mintió acerca del contenido de la conversación y los acuerdos de diciembre o alguien incumplió lo pactado. Lo cierto es que el conflicto sigue y por estas horas se acerca a un punto de choque peligroso.
Y puertas adentro las tensiones entre sus colaboradores comienzan a ser inocultables. Se quejan de una forma de manejo que atenta contra la necesidad de armar un equipo homogéneo y critican las marchas y contramarchas que, dicen, terminan bajando un mensaje confuso a la sociedad.
Pareciera que la «intención» es avanzar rápidamente pero los errores en la «acción» deja todo a mitad de camino y sin resolver.
Para completar el panorama la innecesaria provocación a Mauricio Macri y a la gobernadora Vidal por la fecha de inicio de las clases, termina por plantear seriamente si existe una estrategia o todo sale a borbotones, sin reflexión y a como venga.
Cuarenta días después de acomodarse en su sillón Carlos Arroyo no ha podido resolver ninguna cuestión -algo que la gente no le reclama, sabiendo el estado de las cuentas municipales- pero tampoco ha mostrado claridad acerca de como se dispone a hacerlo.
Entonces, ni shock ni gradualismo…solo desorientación y tiempo que pasa.