Por José Luis Ponsico (*) – Los citados en la crónica, la mayoría ya no está entre nosotros. Periodistas de lujo y gente noble que vivió aquella aventura. Va el homenaje a los dignos

José Luis Ponsico
Hace medio siglo, pleno «Operativo Retorno», la vuelta del General Perón a la Patria y caída del régimen de los dictadores Juan Carlos Onganía y Alejandro Lanusse, el transvasamiento generacional en Prensa, remitió a un binomio: de Alonso a González
Carlos Cayetano Alonso, veterano dirigente gremial y Amílcar González, renovación encarnada por un intelectual platense; intensa formación ideológica en el llamado «peronismo revolucionario» de 1970.
El primero con trayectoria reconocida en el difícil gremio de los periodistas, donde en los 60 salvo la primera etapa del gobierno de Arturo Frondizi, años 1958 y 59, la vida sindical en aquellos gremios «no industriales», no exhibía política gremial explícita
Mar del Plata en el tránsito de Onganía, 1966, Lanusse 1971, en el medio hubo una transición a cargo del virtual ignoto general Roberto Marcelo Levingston, en Prensa estuvo el periodista y locutor Ricardo Aller. Profesional de LU6 Radio Atlántica.
El peronismo remitía a la figura de Alonso, ex miembro de sectores cercanos a la CGT tiempos de la llamada «Resistencia Peronista». En el 68 Aller murió en accidente en la Ruta -rumbo a Azul- su auto sufrió un vuelco y el gremio quedó acéfalo

Amilcar González: otros tiempos, otros principios.
Alonso recuperó protagonismo en nueva etapa de crecimiento del diario «La Capital» cuyos destinos periodísticos remitían al oficio del experimentado Roberto Propato y la astucia de Oscar «Coqui» Gastiarena. Allí, Alonso el «tercer hombre».
Asimismo, crecía la figura del barbado Amílcar González, jefe de Espectáculos a cargo del suplemento cultural, inspiración de Propato. Joven intelectual platense, heredero de los debates «laicos» y «libres», universitarios del 58, se pegó a Alonso
Los quince años de diferencia entre uno y otro brindaban, al cabo, una síntesis entre la experiencia sindical local y el fuerte impulso político ideológico del llegado. Uno con lo vivido y el otro con la intensidad del momento y valentía en la acción y el discurso
Alonso jefe de Noticias del diario, con defecto físico -una pierna más corta- tenía prestigio desde los tiempos del diario «La Mañana», origen peronista, 1947-63. El Sindicato de Prensa tuvo un impulso inusitado desde 1969: Alonso + González
La ecuación creció con los movimientos revolucionarios en América Latina. El peronismo en un estado de transformación permanente se instaló en el centro de la escena del gremio de los periodistas. No ocurría desde «La Mañana» en los 50.

Eduardo Souessia: la solidaridad profesional por encima de la ideología
De pronto, con el eje González-Alonso, binomio invertido a partir del 71, produjo adhesiones en el factor gremial. El Estatuto del Periodista y convenio laboral tenían lectores impensados. Amílcar, además, tejía en el llamado «Peronismo de Base»
Entre 1971 y 1975 el Sindicato de Prensa tuvo una participación inusual en la vida de los periodistas y las empresas periodísticas. Donde casi siempre los dueños nunca habían tenido inclinaciones en el arte de escribir y elaborar la información.
Empresarios llegados de expresiones «no periodísticas». Esto es, abogados, contadores, licenciados en temas económicos. Mucho menos en el ámbito de los gráficos, trabajadores de imprenta. Lugar donde Prensa avanzó en acuerdos
Profesionales periodísticos de enorme trayectoria y «no peronistas» alcanzaron un grado de participación poco verosimil en otros tiempos. El recuerdo remite a figuras del orden marplatense que dieron fuerte impulso al gremio.
La memoria lleva a Nilfredo Oyarzábal, LU9 Radio Mar del Plata; a Eduardo Souessia, corresponsal del diario «La Prensa»; a Jorge Palumbo, noticiero Canal 8, diario «El Trabajo», luego «La Capital» en 1971. Sabino Maljasián, antiguo dirigente con Alonso.
Una participación en la vida gremial de Mar del Plata que, según el censo del´ 70, alcanzaba población de 400 mil habitantes -300 mil en los 50- permitió a Prensa tener un lugar en la CGT local.

El desaparecido diario El Trabajo: otra cuna del periodismo local
De pronto, «comisiones paritarias» permitían negociar salarios, condiciones de trabajo, formatos en Redacciones; ascensos, aspirantes, jerarquización profesional. Los que no tenían «chapa» política en la acción gremial, se integraron.
Reporteros gráficos, ámbito vital en el periodismo escrito, clásicos fotógrafos que daban imágenes a las páginas de los diarios, la cita incluye «El Atlántico» también, obliga al recuerdo de otros históricos: Norberto Gallardo, Néstor Alfonso, Raúl Galán.
Un plan de viviendas en acuerdo con el gremio de Casinos en 1972 produjo otro impacto en la vida gremial. González creció no solamente por su intensa actividad política. El Sindicato de Prensa valía por lo «cualitativo». No por «cuantitativo».
Cerca de Amílcar crecieron Néstor Miguel, el «Turco», talentoso escriba de «La Capital» -junto a Gastiarena, memorable reportaje al General Juan Perón en Madrid- Leopoldo Carrena, antiguo jefe de Taller, gráfico de noble proyección sindical.
Entre correctores, habitual «raza aparte», en «El Atlántico», Manuel San Vicente destacaba al docente, enorme cultura y capacidad política -origen peronista- con fuerte apoyo a Amílcar.
El 24 de marzo del 76 la aventura gremial de avanzada vivió la brutal represión de la dictadura militar -golpe cívico también- que desarticuló un intento que duró un lustro. La golondrina de un verano inolvidable.
Amílcar secuestrado, torturado, luego preso político «sin causa ni proceso» según el general Llamil Reston, ante la demanda de organizaciones sindicales internacionales. Había sido detenido en la sede del Ministerio de Trabajo, el 25 de marzo´76.

«Coqui° Gastiarena: dejó su huella en la prensa escrita local
González desde el 74 tenía un cargo en la Federación Argentina de Trabajadores de la Prensa. FATPREN- siguió en cautiverio en la Unidad Penal 9, Olmos. Cerca de La Plata. Donde había nacido el 16 de abril del´39.
El resto sumergido en el ostracismo. El despido, «el exilio interno» para algunos. Los demás caídos en desgracia. Palumbo había viajado a Italia para entrevistar a Monseñor Eduardo Pironio. Se tuvo que quedar allá.
El «Turco» Miguel mutó en taxista. Del viaje inolvidable a Madrid en el 69 para la gran entrevista al General Perón, pasó al club del «amarillo y negro». Carrena jubilado de oficio.
Oyarzabal, Souessia y Maljasián entre otros «no miembros del «staff» de «La Capital» estuvieron «al pié» en tanto se prolongaba la situación de Amílcar. Su condición de «preso político». En un tiempo de persecuciones, crímenes, atentados.
San Vicente llevó lo peor: su hija María Mercedes, estudiante universitaria, militante política «Tendencia Revolucionaria», activista del tercer año, Profesorado de Historia -no «guerrillera»- resultó secuestrada en el invierno del 76.
La familia San Vicente durante años imploró por su aparición con vida. Mercedes de 23 años nunca volvió a ver a sus padres. En «El Atlántico» el tema de los Derechos Humanos impactó en los jóvenes.
Varios de ellos, Daniel Parcero, Miguel Belza, otro «Turco» inolvidable Zalzur, sin olvidar a Francisco Manes, apoyaron el regreso de Amílcar en el 84 cuando González volvió de su exilio en Venezuela.
El éxodo permitió que otros protagonista de aquella etapa alcanzaran dimensión profesional en el difícil universo periodístico de la Capital Federal. Uno de los jefes de la Redacción de «El Atlántico», Andrés Soto había emigrado antes del desguace
Estando en la Capital Federal, rol del «rescatista» se interiorizó por los paraderos de varios. Uno, el autor de éstas líneas -integrante de aquella comisión gremial con 25 años- y por otros que fueron llegando. Todos «eslabones perdidos»

Rodolfo Walsh en su paso por el club Rácing local.
Así, Soto entre el 77 y 78 orientó en la Editorial Perfil a Jorge Palumbo, travesía por el Vaticano, luego España -donde vendía libros para médicos-, Néstor Miguel, que dejó el taxi para siempre. Luego Julio César Petrarca, talentoso escriba.
El 7 de junio del 71, tarde de sábado, frío, desapacible, la llovizna del invierno marplatense, por inspiración de Amilcar llegó para dar una charla, Rodolfo Walsh. La cita ocurrió en un salón de la sede del club Racing, cuando estaba en el Centro
El frío alejó a varios. La reunión, tres horas con el autor de «Operación Masacre», «¿ Quién mato a Rosendo ?», «El Caso Satanovsky» entre otros «best sellers» dejó la idea del compromiso que todo periodista tiene con la sociedad. También otra impronta
En la despedida, Amílcar -de amistad con Walsh- quiso disculparse porque la concurrencia no llegaba al centenar. El laureado escritor no quiso pasaje de avión y había viajado en ómnibus, de noche
«Amílcar, gremio de periodistas, no todos tienen la condición «clase laburante». Igual tenés buen grupo de compañeros que te rodean. Se vienen tiempo difíciles. Si esto es una selva, tratemos de pasar por ella como animales de lujo», dijo.
Si la metáfora fuera correcta, los citados en la crónica, la mayoría ya no está entre nosotros, integra ese reino animal de los ejemplares «de lujo». Gente noble que vivió aquella aventura. Va el homenaje a los dignos
(*) Columnista de La Señal Medios. Libre Expresión. «Mundo Amateur»