Por José Luis Ponsico (*) – El 25 de marzo del´76 Amílcar González fue secuestrado, por un grupo de ocho hombres fuertemente armados. Sufrió tortura y cárcel, pero no lo quebraron.
El 24 de marzo del´76 el golpe cívico militar puso fin al gobierno democrático de Isabel Perón, diezmado por la muerte del General Juan Perón, 1 de julio del´74. Recrudecimiento de la guerrilla y lo que siguió, represión paraestatal con la Triple A. Rezagos del Ejército y la Policía
El régimen militar puso en marcha un plan siniestro desde lo político, social y asimismo, económico. La entronización de José Alfredo Martínez de Hoz, la referencia de transformación cultural. En el´79, cuando se advertía el fracaso, la industria nacional vivía su peor momento.
Sólo en La Matanza y el partido de San Martín más de cinco mil talleres de lo que hoy se conoce como «pequeña y mediana empresa» habían dejado de existir. La «clase media» argentina vivía la burbuja de la importación de baratijas en el exterior.
Los Medios periodísticos en general, aquella «purga» de «Clarín» despidiendo a toda la comisión gremial interna, expresión máxima, vivió con secreta alegría la caída del gobierno justicialista.
Afectado con contradicciones desde el «rodrigazo» en el 75 y la expulsión de José López Rega. Un país político conmovida por una interna sin fin. Donde
la ideología peronista iba de la revolución armada a las luchas fraticidas en en el universo propio: guerrilla versus dirigencia sindical ortodoxa.
Mar del Plata padeció el terror. En el invierno del´76 la aldea local era una ciudad ocupada. Tropas del Ejército cortaban calles y las comisarias parte de los lugares «a cargo» de los operativos de secuestros, sitios para presos políticos.
En ese escenario complejo, luego trágico, Mar del Plata, su gremio de Prensa tuvo el impacto de Amílcar González, nacido el 16 de abril de 1939 en La Plata, formado en la Universidad Nacional platense en plena vida estudiantil de la enseñanza laica o libre, del´58.
Intelectual brillante, Amílcar llegó a Mar del Plata en el´66 con su esposa y dos hijos pequeños. En el´67 el notable Roberto Propato, un periodista autodidácta de reconocida trayectoria marplatense lo hizo Redactor en el diario «La Capital».
Al poco tiempo, Amílcar orientaba el primer Suplemento Cultural del diario decano de la prensa local. En el´69 con el Cordobazo y los acontecimientos de las movilizaciones populares en el mundo, la muerte del Che Guevara y el Mayo francés lo llevaron a la vida política y sindical.
Otro personaje mítico, Carlos Cayetano Alonso, peronizó a Amílcar y lo hizo dirigente del gremio de Prensa, tildado de amarillo hasta que la ideología y la política de inevitable lucha de clases en los´70 dieron vida al dirigente que apenas llevaba cuatro años de residente.
En los albores de los´70 Alonso, que no tuvo hijos, elevó a Amílcar al plano mayor: titular del Sindicato de Prensa de Mar del Plata. A poco, González ganaba un lugar en la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa FATPREN
Entre 1971 y 1975 el gremio de prensa marplatense por la decidida participación de aquél intelectual platense que llegó a Mar del Plata en pleno gobierno del general Juan Carlos Onganía ocupaba un plano destacado en las luchas sindicales por la evolución de los trabajadores de la Prensa
Mar del Plata lo vivió como un romance en la conquista de los estatutos y convenios laborales. Extensivo en todo el país por la enorme capacidad de una camada de dirigentes jóvenes y de mucha capacidad de lucha.
Imposible no recordar junto a González al chaqueño Alfredo Carazo, fallecido hace unos meses en la Capital Federal, formado en la vida cristiana de los Curas del Tercer Mundo y de gran amistad con González. Lo mismo que Víctor Alvarez, patriarca de FATPREN que lo protegíó en el momento más difícil.
El 25 de marzo del´76 Amílcar González fue secuestrado, por un grupo de ocho hombres fuertemente armados. Ingresaron a las oficinas del Ministerio de Trabajo local, sito en la avenda Luro y ante la atónita mirada de sus compañeros del Sindicato, lo llevó esposado.
La pertenecencia de Amílcar a la llamada «Tendencia Revolucionaria» su clara identificación con el Peronismo Revolucionario, dió fuerte impulso al gremio local. A la hora de discutir salarios y condiciones de trabajo, lo hizo un «blanco fijo» de la dictadura genocida que amanecía
El recuerdo imborrable a doce años de su deceso, yendo 40 años hacia atrás en la memoria del amigo, obliga a la cita ahora: «Hermano, si la Argentina es una selva, si el peronismo hoy lo es… Si el periodismo está desvirtuado por la propia índole, tratemos de pasar por la selva como animales de lujo», dijo
A cuatro décadas distintas expresiones vinculadas a organismos de Derechos Humanos, en Mar del Plata, siguen esperando que los mecanismos judiciales y en rigor de la Policía Federal, produzcan algún indicio sobre el paradero del ex jefe de la CNU. Fernando Delgado.
Prófugo de la justicia desde hace ocho años. Virtual jefe de la «patota» que secuestró a González el 25 de marzo del´76 en la sede del Ministerio de Trabajo local, de la avenida Luro a las 15 horas a la vista de sus propios compañeros del Sindicato de Prensa.
Delgado a cargo de una de las organizaciones «paramilitares», accionó entre marzo del´76 y comienzos del´77 -vínculo del Ejército y grupo escindido de la CNU. Concentración Nacional Universitaria- imputado por secuestro y posterior tortura del periodista Amílcar González, 25 de marzo del´76.
Prófugo hace diez años, jefe temido hace 40, alto, rubio, voz «de mando» no sólo participó de los tormentos al secretario general del gremio de Prensa marplatense. También vinculado por distintos testigos a numerosos secuestros acontecidos en el trágico invierno marplatense del´76.
Los´70 dejaron secuela de muertes que enlutó a todo el país. La Argentina uno de los sitios más castigados por enfrentamientos políticos y contiendas revolucionarias vividas en toda Latinoamérica. Ninguna otra sociedad en el Cono Sur padeció un genocidio como el nuestro.
La suma de víctimas supera 25 mil «desaparecidos». Virtual eufemismo de horribles asesinatos entre el´76 y pasado 1980, después de la llamada «contraofensiva» de la organización Montoneros. La cifra es equivalente a las conocidas en los distintos países de América del Sur, sumado todos los demás.
Las víctimas de otras dictaduras (Brasil, Chile, Uruguay, Paraguay, Perú y Bolivia) en todo el período que transcurrió entre regímenes militares y la lucha armada cumplida en aras de la liberación, es equivalente a la suma de secuestros y asesinatos registrados en la Argentina.
Con la derogación por parte del gobierno de Néstor Kirchner de las leyes de «Punto Final» y «Obediencia debida», pleno apogeo de Raúl Alfonsín, centenares de virtuales edecanes del «crimen organizado» hace casi 40 años, perdieron la impunidad.
La ley del gobierno alfonsinista, la 23.492 sancionada el 23 de diciembre de 1986 otorgó «amparo» a numerosos criminales, ahora acusados de «crímenes de lesa humanidad». Entre los cuáles se encuentra Fernando Delgado, ahora con 70 años de vida y bajo otro aspecto físico.
El dirigente gremial y notable periodista Amílcar González murió enfermo de cáncer el 2 de junio de 2004, sin saber siquiera que las leyes «de la protección» a sus captores y «verdugos» serían derogadas por el gobierno de Néstor Kirchner.
Titular del Sindicato de Prensa local miembro de la Federación Argentina de Trabajadores de Prensa, preso «sin causa ni proceso». González requerido por distintos organismos internacionales permaneció dos años «preso político» en la Unidad Penal 9, Olmos, a 11 kilómetros de La Plata.
Acusado «militante montonero» lo cuál -según informe del entonces general Horacio Liendo- nunca se probó. Argumentación de los ilustres dirigentes nacionales, Carazo y Carlos Custer, luego embajador en el Vaticano entre otros.
La decisiva intervención de la Democracia Cristiana italiana y CLAT. Central Latinoamericana de Trabajadores, asiento en Caracas, apoyada por la Fundación alemana «Konrad Adenanuer» permitió salir -a Amílcar- del país
Como preso político en Ezeiza, acompañado por su madre, esposa, allegados de su pasado sindical entre los cuáles se encontraba el autor de éstas líneas junto al inolvidable Leopoldo Carrena, en abril del´78, viajó a Roma.
Dos meses antes que la Argentina ganara el Mundial de Fútbol. Capitalizado por la dictadura. Lo último que dijo antes de partir siendo que no era muy futbolero: «Hermano, si le va bien a Argentina en el Mundial le irá mal al
país»
* Periodista de la agencia Télam, AgePeBa. La Señal Medios y Libre Expresión