Michel Temer, vicepresidente de Brasil, reconoció que el hecho de que Dilma Rousseff «resista» hasta el fin del mandato «será difícil». «Nadie puede resistir tres años y medio» con un apoyo tan escaso»
El vicepresidente brasileño, Michel Temer, opina que «será difícil» que la mandataria Dilma Rousseff «resista» hasta el final de su mandato en 2018, si el apoyo de los ciudadanos a su gestión, actualmente de un 8 %, no crece, según declaraciones difundidas hoy por la prensa local.
«Hoy realmente el índice es muy bajo», reconoció Temer en alusión al 8 % de aprobación que le atribuyen las encuestas a Rousseff, y apuntó que «nadie puede resistir tres años y medio» con un apoyo tan escaso e índices de rechazo en torno al 70 %.
«Si continúa así, con un 7 u 8 % de popularidad, será difícil», indicó.
Temer hizo esas declaraciones en el marco de una reunión que tuvo este jueves con un grupo de empresarios en Sao Paulo y cuyo audio fue obtenido y publicado hoy por medios locales.
«Si la economía comienza a mejorar y la clase política colabora, el índice (de aprobación) puede volver a niveles razonables», por lo que «es preciso trabajar para poder estabilizar» tanto la economía como la relación del gobierno con las cámaras legislativas, declaró.
La economía brasileña ha entrado oficialmente en recesión técnica y las previsiones del gobierno apuntan a que este año cerrará con una contracción del 1,49 %, aunque los analistas del sector privado elevan esa tasa al 2,2 %.
En el terreno político la presidenta enfrenta una descomposición de su base parlamentaria, que en buena medida ha sido consecuencia del escándalo de corrupción en la empresa estatal Petrobras, por el que se investiga a medio centenar de políticos, en su mayoría miembros de partidos de la coalición oficialista.
Durante el encuentro con empresarios, Temer fue consultado sobre la presión de grupos de oposición que promueven la apertura de un juicio con miras a la destitución de Rousseff por el escándalo en Petrobras o por maniobras fiscales realizadas por el Gobierno para «maquillar» el déficit de las cuentas públicas el año pasado.
Asimismo, los promotores de una posible destitución de Rousseff se aferran a investigaciones de las autoridades electorales en torno a sospechas de que el dinero de la corrupción petrolera alimentó la campaña que el año pasado llevó a su reelección.
Si se comprobase ese último extremo, el proceso de destitución también pudiera alcanzar a Temer, como miembro de la fórmula, y quien es, según la Constitución, el primero en la línea sucesoria.
«Espero que el gobierno llegue hasta 2018. La hipótesis de una destitución por decisión del Tribunal Superior Electoral ni siquiera la discuto», pues «las instituciones deben funcionar normalmente», dijo Temer.
Aseguró además que, si se llegase a ese punto, se iría «a casa feliz de la vida», aunque luego aclaró que no sabe si «sería tan así».
Sobre una posible renuncia de Rousseff, que también es reclamada por grupos opositores, Temer consideró que no puede ocurrir.
Rousseff «no es de renunciar. No me parece que ella sea, digamos, renunciante. Ella es guerrera y lo que debemos hacer es mejorar» la situación del país, declaró.