Por Luis Gotte – Nuestros padres fundadores, aquellos que hicieron posible el federalismo no conocían mucho de filosofía europea o de las teorías científicas pero si de como organizar un pueblo.

Luis Gotte
Nuestros padres fundadores de la Patria Argentina (hoy despatriada por otra clase de hombres), aquellos que hicieron posible su organización, que representan la línea hispanista, seguramente no conocían mucho de filosofía europea, de teorías científicas, de la evolución del hombre desde el mono, que el embrión humano es un “fenómeno” en el vientre de una mujer obligada a parirlo.
Seguramente tendrían muchas falencias y vacíos en su formación, pero, y esto nadie puede discutirlo, conocían de la naturaleza y forma de organizar al nuevo pueblo originario que nace entre el español y el aborigen: el criollo.
La línea hispana dará origen a una nueva institución para una mejor organización de nuestros pueblos: el FEDERALISMO.
Es España la raíz histórica del federalismo rioplatense, no la vertiente norteamericana. Al revés de lo que ha sucedido en Estados Unidos de Norte América, donde el federalismo nació en la colonia, entre nosotros el federalismo ha nacido de la madre patria.
España aparece en la historia como un conjunto heterogéneo de pueblos distintos e independientes entre sí, continuó como una reunión de estados y terminó en una federación monárquica.
La revolución de mayo, fue un nacimiento de carácter esencialmente municipal. La federación argentina no es sino el desenvolvimiento natural del comunalismo colonial. Las catorce Provincias argentinas (como lo fueron los reinos de España) no son sino las catorce ciudades, cabildos de la parte del virreinato que hoy ocupa la Argentina.
El federalismo argentino, aunque ha querido personificarse sobre todo en Artigas, y sin quitarle el mérito que le corresponde, fue la obra anónima y colectiva del pueblo argentino todo, y no el resultado de la acción de un “malvado sin cultura” -al decir de los porteños centralistas-.
Sin embargo, sin ser contradictorios, podemos afirmar que hay dos textos fundantes de nuestra organización federal: el discurso pronunciado por el Cnel. Manuel Dorrego en la sesión del 29 de septiembre de 1826; y la Carta de la Hacienda de Figueroa escrita por Dn. Juan Manuel de Rosas el 20 de diciembre de 1834.
Ambas fuentes son desconocidas para la gran mayoría de los argentinos, y sus autores, uno olvidado y el otro considerado un tirano sanguinario. La historiografía mitrista se encargó que sucediera así, y es la que aún persiste, con matices marxistas, en las aulas escolares.
El Modelo Argentino para el Proyecto Federal, tan solo para darle una designación, implicaba la primera forma de organización de nuestra comunidad. Donde los municipios tienen una gran importancia, como engranajes menores, para el desarrollo y crecimiento de los otros engranajes, las provincias y que en su conjunto ponen en movimiento el gran engranaje, el Estado nacional.
Así lo entenderán Esteban Echeverría: «el sistema municipal es el fundamento necesario de toda federación bien consolidada y cimentada»; Juan Bautista Alberdi: «la patria chica del municipio, será el punto de arranque de la gran Patria argentina”; Domingo Faustino Sarmiento: «la municipalidad es la sociedad en relación al suelo, es la tierra, las casas, las calles, las familias consideradas como una sola cosa.
Todo lo que se liga pues, a la localidad en que residimos es municipal»; Bartolomé Mitre: «la absorción del poder central paraliza la marcha de las localidades»; Leandro N. Alem: «como he dicho y lo sostengo, y nadie lo puede negar, la Municipalidad no es una Comisión puramente administrativa dependiente del Poder Ejecutivo. Es un poder que tiene condiciones de poder público». Todos ellos coincidentes con un sistema municipal como esencia del gobierno local y rezumo de las aspiraciones del pueblo.
En el fondo todo el período de las guerras civiles de nuestra patria no es otra cosa, desde el punto de vista institucional, que el anhelo de los pueblos por una descentralización administrativa por parte de las provincias, enfrentadas al centralismo administrativo de los ilustrados anglófilos y afrancesados habitantes de la Ciudad del Buen Ayre.
Hoy los ciudadanos del Estado Argentino desconocen por completo todos estos temas: federalismo, organización, república, municipalismo, autonomía, cartas orgánicas. Instituciones que no se enseñan en los colegios, que se irrespetan cuando se llega a la función pública. Y lo lamentable es que la forma de (in)organización, desde 1983 a la fecha, viene en cumplimiento de una agenda impuesta.
Luis Gotte
La Trinchera Federal