El Vaticano estudia el «milagro“ de un niño argentino que se intoxicó con purpurina, en momentos en que otro niño está grave tras aspirar brillantina.
El Vaticano estudia la curación “milagrosa“ de un niño intoxicado con purpurina en 2008 que puede convertir beato al cardenal argentino Eduardo Pironio, extinto obispo de Mar del Plata y presidente del Consejo Pontificio para los Laicos.
La información se conoció hoy en Roma y Buenos Aires, en momentos en que otro niño que aspiró purpurina continuaba internado en estado grave y crítico en un hospital de Santiago del Estero, donde la familia también le reza a Pironio para que se salve.
La vicepostuladora de la causa de Pironio, Beatriz Buzzetti Thomson, confirmó que la Congregación para las Causas de los Santos estudia el caso de la curación sin explicación médica y sin secuelas de un niño de 15 meses que se intoxicó con purpurina en 2008.
La responsable del proceso precisó que tras el accidente, los padres del niño recurrieron a la oración que se encontraba al reverso de una estampa del cardenal Pironio, que recibieron de regalo.
El niño mejoró y fue dado de alta sin ninguna secuela a pesar de que los médicos les advirtieron que si sobrevivía, el niño presentaría graves daños renales y hepáticos.
La oración dedicada al fallecido purpurado fue aprobada por la Conferencia Episcopal Argentina. La causa de beatificación de Pironio se abrió en junio de 2006 en la diócesis de Roma.
El cardenal Eduardo Pironio nació el 3 de diciembre de 1920 y, tras ser obispo de Mar del Plata entre 1972 y 1975, fue trasladado a Roma para cumplir funciones en la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada.
Algunos lo señalan como el argentino que más chances tuvo de convertirse en papa en el cónclave de 1978, que terminó consagrando al cardenal polaco Karol Wojtyla.
En 1984 fue designado presidente del Consejo Pontificio para los Laicos, desde cuyo cargo fue uno de los impulsores de las Jornadas Mundiales de la Juventud.
Pironio falleció el 5 de febrero de 1998 en Roma, por eso el proceso se inició en la capital italiana, aunque sus restos descansan en la basílica de Nuestra Señora de Luján.
Se requiere de un milagro para que la Iglesia declare beato a una persona y de otro producido después de ser beatificado para que alcance la santidad.
La Iglesia en Argentina tiene ocho beatos, se trata del Cura Brochero, las monjas Crescencia Pérez, Nazaria Ignacia March Mesa, María Tránsito de Jesús Sacramentado (Madre Cabanillas o Madre Maravilla) y María Ludovica De Angelis, el coadjutor salesiano Artémides Zatti, la laica Laura Vicuña y el indio mapuche Ceferino Namuncurá.