EL DEPORTE RENACE

Delfina Pignatiello y sus medallas doradas, el seleccionado de Voley y el triunfo mundial en la categoría Sub 23, al igual que el de su par de Rugby para jugadores de capacidades diferentes. ¿Augurios de un nuevo tiempo??

El desarrollo deportivo argentino comienza a tener «brotes verdes».

Mientras en algunas disciplinas profesionales pareciera notarse un estancamiento, seguramente como expresión de un recambio generacional que abarca al fútbol, al rugby y aún al básquetbol, que extrañará las glorias de la Generación Dorada mientras espera la explosión de sus nuevas estrellas, en las competencias juveniles pareciera que comienza a dar sus frutos el largo trabajo del Cenard en la última década.

En tanto a los logros ya enunciados debe agregarse a la selección femenina de básquetbol, reciente subcampeón de la AmeriCup femenina. Y el crecimiento de Belén Cassetta, con un futuro que aún no es fácil imaginar. Y tantos otros rendimientos en la nuva camada que no solo sorprenden sino que entusiasman y hacen soñar.

Ni que hablar de los logros del hockey masculino, digna continuidad de aquellas Leonas que hoy pueden ver con sólido entusiasmo lo que empieza a ser «la cría» de sus vigentes glorias.

Tal vez si la sociedad pudiese apartarse por un momento de la succión de «la grieta» que la traspasa, tomaría nota de que no todo se ha hecho mal, como tampoco todo ha caminado por la ruta de la virtud. Y el deporte es un buen ejemplo de ello.

Con seriedad, talento y mucha dedicación, las autoridades deportivas han trabajado en los últimos años en el desarrollo de instalaciones de calidad para la competencia de alto rendimiento; y hoy recogen los primeros frutos en disciplinas en las que hasta no hace mucho Argentina era un protagonista marginal.

No se trata de creer que en lo inmediato subiremos al podio de las grandes potencias -no existe aún ni presupuesto ni desarrollo de base para lograrlo- pero si la actual administración nacional no cae en la tentación de desarmar todo lo realizado, es probable que en una década nuestro país pueda cosechar en los grandes torneos internacionales (mundiales y olímpicos) el fruto de un trabajo que a todas luces fue bien planificado y realizado.

Bueno sería que en el camino se sancionase la Ley del Deporte, por la que tanto ha bregado y brega otra gloria nacional como es el campeón olímpico y hoy legislador Juan Curuchet, que permitiría no solo organizar sino financiar la actividad deportiva en todo el país. El proyecto, federal en la concepción de la formación de nuevos atletas e integral en lo referente al espíritu que el deporte encarna en la sociedad moderna, sería un paso gigantesco y terminaría de ordenar los cimientos de la estrategia nacional en la materia.

Los Juegos Olímpicos de la Juventud «Buenos Aires 2018» puede ser la diana que nos despierte a un nuevo tiempo. Ojalá todos los protagonistas y responsables lo entiendan así.