(Escribe Adrián Freijo) – Cuando el mensaje de las urnas apabulla y cuando el 70% de la sociedad muestra voluntad de cambio, leer mal los resultados o enojarse con el votante puede ser suicida.
Parecen ser muy pocos los funcionarios que entendieron el mensaje de las urnas. Sólo el salteño Juan Manuel Urtubey pareció darse cuenta y tras ello dio una verdadera lección de como debe leerse la voluntad de la gente.
«Si seguimos hablando de lo que hicimos perdemos la elección» dijo el joven y promisorio gobernador norteño. «La gente ya nos agradeció», concluyó.
Y sería bueno que lo escucharan muchos que por estas horas consideran que la ciudadanía es desagradecida porque no valoró en las urnas todas las obras que pudieron haberse hecho.
Grave error; los ciudadanos exigen determinadas cosas que, una vez logradas, darán paso a nuevas exigencias por nuevas obras. Para ello pagan sus impuestos y para ello ponen a los gobernantes en un lugar que no es de privilegio sino de compromiso.
¿Está mal?, ¿son desagradecidos por ello?, por supuesto que no.
Pagan desde siempre sus impuestos y ven como año a año se van acumulando las necesidades y los problemas sin solución. Y observan también que cuando aparece alguna obra los gobernantes se paran en la posición del que está haciendo algo extraordinario cuando en realidad solo cumple con un deber para el que se postuló y por el que le pagan un salario que multiplica varias veces lo que gana el resto de los mortales.
Enojarse por la «falta de agradecimiento» del contribuyente es entonces parte de la inmensa confusión que reina en el 90% de la dirigencia argentina.
Máxime cuando esa misma dirigencia gasta obscenamente el dinero en una publicidad que agobia o resuelve caprichosamente cuales son las cosas que la gente pide.
No se van a conseguir votos para octubre -y mucho menos revertir tendencias negativas- si no se actúa con la humildad del que se siente en deuda, la autocrítica de quien debe reconocer errores y la inteligencia de quien tiene capacidad para volver sobre sus pasos y retomar el camino correcto.
No es con agresiones o descalificaciones al adversario o al electorado que se conseguirá rehacer una relación que se ha roto y que muestra a cerca del 70% de los argentinos buscando un cambio.
En el país, en las provincias…y en las ciudades.
Quien quiera oír, que oiga.