El error de mostrar debilidad y dejar expuesto el miedo

Por Adrián FreijoLas reacciones inmediatas del gobierno frente a la marcha del #12O solo expresan el impacto que causó en sus filas. La estrategia del ninguneo o el agravio debilita su imagen.

Apenas terminada la jornada el presidente Alberto Fernández comunicó a sus colaboradores que «la marcha no le haría cambiar el plan de gobierno». Y más allá de la ansiedad que a todos los argentinos le despierta el saber en algún momento de que se trata ese plan, la profusa difusión que desde los despachos oficiales se dio a las declaraciones presidenciales solo sirvió para que la sociedad tomara nota de lo que representaba el mensaje: el tema había estado en la agenda y posiblemente aún lo esté.

La reacción del mandatario, lejos de representar un acto de fortaleza, pone en evidencia la debilidad de quien no conoce su propio camino y debe detenerse a cada paso para analizar cada palabra, cada gesto, cada actitud que considera parte de lo importante. Aunque solo se trate de una expresión ciudadana, de esas que los gobernantes bien plantados suelen tomar como termómetro de lo que ocurre en una parte de la sociedad.

Los agravios inagotables en redes sociales -que tampoco fueron escatimados por la oposición- y los esfuerzos por minimizar a las personas que asistieron a la marcha son también expresión de debilidad de quienes saben que los magros resultados de la gestión de gobierno, mal administrador de la pandemia, la economía, las finanzas y el trabajo de los argentinos, hace preferible mantenerse en el terreno del conflicto ya que es imposible encontrar la explicación de tantos males en el de la razón o los datos concretos. Insultémonos entonces…que de la realidad se haga cargo ella misma.

Hoy el jefe de gabinete Santiago Cafiero elevó la apuesta y se animó a segmentar a la ciudadanía argentina: «es un conjunto de personas vinculado a un partido político que no acepta que perdió las elecciones» sostuvo, generando para sí el relato que más le conviene al gobierno y que se basa en desconocer que a la marcha de ayer concurrieron en todo el país ciento de miles de argentinos que protestaban por diferentes motivos y provenían de diversos sectores. Y que en muchos casos pueden ser votantes de Alberto Fernández, decepcionados por la rapidez con la que el presidente arrió las banderas del diálogo y el fin de la grieta.

Todo agravio o descalificación es sinónimo de debilidad o espasmo del miedo. El diálogo, la aceptación de las diferencias y la capacidad de preguntarnos que es lo que estamos haciendo mal, para rectificar errores y no volver a cometerlos, expone la fortaleza de las convicciones y la serenidad de quien sabe hacia donde camina y confía en la ruta elegida.

Se equivocan «los duros» de Juntos por el Cambio si creen que pueden apropiarse de una marcha sin dueño, convocada a través de las redes y en la que estuvieron miles de vecinos que tienen de la última gestión de gobierno una imagen tan negativa como del actual. El eventual fracaso de esta administración  no borra el daño que sufrió el país por aquella que no supo, no quiso o no pudo acertar un solo diagnóstico en cuatro años en el poder…

Se equivoca el presidente, y hace equivocar a los suyos, si piensa que la agenda judicial de Cristina o su teatral asunción de la presidencia del Justicialismo es la que interesa a los argentinos. Y aunque sirva para despertar en los adversarios políticos ese fragor que siempre necesitan unos y otros para llamar la atención, deja afuera a la inmensa mayoría de la población que solo pide seriedad y justeza a la hora de tomar decisiones.

Esas que parecen despertar tanto miedo que solo permiten el gastado trámite de descalificar al otro…