Redacción – Ya no es solo el magro haber que percibe la mayoría de los jubilados. Ahora se trata de burlarlos, someterlos a una ansiedad permanente y terminar defraudándolos con una saña inexplicable.
«Las jubilaciones van a ganarle a la inflación en este 2021» disparó con su sonrisa embalsamada la titular de la ANSES Fernanda Raverta. Y tendrá que apresurar el paso: en tan solo medio año la clase pasiva ya ha perdido un 17% con respecto al crecimiento de los precios.
Y de nada ha servido el exiguo bono pagado en dos veces durante los meses de mayo y junio ya que, aún insuficientes para compensar esa brecha ya que solo cubrirían un 10,5% de la misma, al ser no retributivo nada aporta al haber jubilatorio y por consiguiente no puede computarse en el pomposo anuncio de recomposición de la excéntrica y poco eficiente funcionaria.
Pero ganar o perder frente a la inflación no es para el gobierno la cuestión de fondo. La estrategia consiste en desgastar a la clase pasiva, arrumbarla en un rincón y hacerle llegar constantemente el mensaje del desinterés que despierta ese sector de la comunidad que, según los asesores del gobierno, no tiene capacidad de organización ni de movilización.
Por eso poco y nada para ellos y mucho más para piqueteros, que sí se movilizan, presos que pueden generar conflictos de alta cobertura mediática en las cárceles, y beneficiarios de todo tipo de planes que en la Argentina se reparten sin control ni prolijidad alguna y ha generado un entramado de millones de personas que viven de la asistencia estatal y en muchos casos con ingresos que superan largamente al de los trabajadores formales.
La última crueldad, tan innecesaria como programada, fue la de anunciar un bono para julio y agosto que -ya iniciado el pago de jubilaciones del primeros de esos meses- terminó siendo tan solo un trascendido engañoso que el gobierno, en caso de no haber sido cierto, bien pudo salir a desmentir a tiempo para no despertar falsas expectativas.

La TV pública lo anunció. ¿Y ahora?
Pero no lo hizo porque la versión nació de la propia ANSES y, como siempre ocurre, ravertistas, massistas, camporistas y tantas otras faunas de la política local corrieron a los medios a certificar la noticia y por supuesto hacerse dueños de su generación. Si hasta la TV Pública anunció en sus noticias que habría un pago extra para la clase pasiva.
¿Alguno saldrá ahora a decirle a los jubilados que fue una broma para Show Match?, ¿o como siempre señalarán a un etéreo «el otro» como responsable?.
Otra imagen deplorable de la falta de respeto a los mayores y la crueldad de una clase política que prefiere pagar el chantaje que reconocer el esfuerzo de toda una vida.
Mientras una multitud de fanáticos y otra tanta de imbéciles se aferran a relatos épicos y supuestas conspiraciones para justificar lo injustificable y posar una mirada despreocupada sobre la angustia y el hambre de sus propios padres y abuelos.
Esos que trabajaron y hoy no tienen nada mientras sus sucesores llenan sus bolsillos con el solo esfuerzo de alguna marcha, un par de consignas y mucha, mucha obsecuencia y silencio.
Así, lo más triste de ser viejo en la Argentina es recordar un país que aún lleno de problemas supo conocer la dignidad como un objetivo irrenunciable.
Aunque claro…eso es cosa de viejos.