Por Adrián Freijo – Traiciones internas, abandonos impensados y una gestión que se diluyó entre improvisaciones y peleas han dejado expuesto al intendente que deberá convivir con la debilidad.
Son horas determinantes para el jefe comunal y su gobierno. A partir de la decisión de excluirlo de la reunión general de intendentes de Cambiemos que la semana pasada encabezaron el presidente Mauricio Macri y la gobernadora María Eugenia Vidal -y que tuvo una desafortunada respuesta por parte de Carlos Fernando Arroyo, convencido vaya a saber por quien que el ninguneo a la situación era lo aconsejable- los acontecimientos se han precipitado en su entorno y ya ninguno de los que hasta ayer le juraban amor eterno intenta siquiera disimular que ahora se trata de buscar arrimarse a fogones que abriguen con mejor brasa.
Y fue uno de sus más cercanos escuderos, aquel por el que Arroyo se jugó más que por cualquiera, quien le asestó el primer cachetazo con perfume de traición. Emiliano Giri, enfurecido por lo que él considera una zancadilla del radicalismo al no acompañar su designación al frente de OSSE, no midió el costo que su jugada tendría para el jefe comunal y arrastró a medio gabinete a una reunión con Guillermo Montenegro a quien quiere mostrar ahora como sucesor natural al despacho principal de la comuna.
Si hasta los que buscan protegerlo desde el afecto personal han sido desplazados de la mesa de decisiones por la ambición sin límites del enceguecido asesor en aguas y cloacas. ¿Será por eso que se lo ve tan molesto a Guillermo Arroyo, cansado que en las cercanías de su padre haya gente especializada en demoler el más elemental sentido común?.
Los que quedaron afuera del encuentro se preguntan por estas horas como zanjar la cuestión. «¿Qué hacemos ahora en las reuniones de gabinete?» se preguntaba esta mañana un representante de la UCR en el gobierno local. «¿Fingimos que no pasó nada?, ¿disimulamos la traición?, algo va a tener que resolver Arroyo, porque así no podemos seguir» concluía.
Y todos destilaban su bronca contra Giri, sin olvidar decir a quien quisiese oírlo que «siempre le avisamos a Arroyo que iba a traernos problemas. El tipo se siente el ombligo del mundo, no entiende nada de política y vaya a saber porque supone que desde el intendente hasta cada uno de los funcionarios estamos para servir a sus planes y aventuras descabelladas».
La implosión en el gabinete arrasó con la oportunidad de mostrar dos logros de la administración en la semana: el arreglo paritario con el STM que representó una recomposición del 10% del salario y la firma del aumento del boleto, que el intendente dispuso en dos etapas y con una quita de treinta centavos a lo que había dispuesto el Concejo. Cuando se creía que la casa estaba en orden la torpeza de Giri y del PRO sonó como una verdadera bomba que amenaza con hacer estallar los cimientos.
Y es que Carlos Fernando Arroyo ha quedado expuesto en su debilidad y ahora queda en evidencia que «el mejor gabinete en toda la historia de Mar del Plata» se está probando las pilchas que va a dejar en diciembre. Si hasta el díscolo Secretario de Hacienda aparece por estas horas mustio y marchito, aunque intente esgrimir una sonrisa feliz en cada una de las cada vez más desvaídas apariciones públicas.
Aunque tratándose de Mourelle y Arroyo…en cualquier momento puede aparecer una nueva pelea para librar…y perder.
¿No nos cree?…espere tan solo algunas horas; estos dos no fallan nunca.