Lo hace en todos los niveles y con todas sus espadas. La intención es obligar a cualquier «rebelde» a aceptar que las listas legislativas deben llevar a gente propia.
Scioli será seguramente el candidato del gobierno; y punto. La decisión de Cristina es que esté rodeado de kirchneristas puros, desde el cargo de vicepresidente para abajo.
El discurso de ayer de la Presidente fue revelador: tras su aparente desinterés dejó en claro que estará a la espera de que su sucesor fracase y necesite llamarla a ella para «arreglar» las cosas. Así lo siente y así lo espera.
Aunque la estrategia se nutre principalmente de las listas legislativas que deberán llenarse con gente «del palo» para asegurar que «el modelo nacional y popular siga adelante».
Y porque ante la eventualidad de una derrota en octubre, algo que nadie descarta por cierto, la garantía estará en obligar al ganador a negociar todo en las legislaturas nacional, provinciales y municipales.
Mar del Plata no es la excepción y la forzosa llegada de Manino Iriart, eyectado de su banca de diputado para permitir el ingreso del kirchnerista Christian Arroyo en su lugar, es sólo el botón que sirve para muestra.
No es seguro entonces que Carlos Cheppi llegue como candidato a las PASO. Posiblemente la idea sea «bajarlo» a cambio de que la boleta que encabece Gustavo Pulti esté plagada de candidatos a concejales del kirchnerismo. No es un tema menor, ya que en la misma aspira colocar gente propia Daniel Scioli y por supuesto el propio intendente.
Pero ya queda claro que el margen de acción de ambos estará tan acotado como el de cualquiera que no integre el sector de «puros» sobre el que pretende acostarse Cristina.
Está en juego la continuidad del poder, la posibilidad de tener de rehén a futuros gobiernos y también, porque no, la garantía de impunidad.
Ayer fueron los fiscales, ahora los legisladores. El kirchnerismo, aún en minoría social, no está dispuesto a dejar el poder en diciembre.
Y va por todo….vaya si va por todo.