El oficialismo local no debe caer en la trampa del enfrentamiento

Por Adrián FreijoYa a esta altura nadie duda del cortocircuito creciente entre Guillermo Montenegro y el gobierno provincial. Pero muchos le aconsejan erróneamente confrontar. Un error.

Demoras en la respuesta a los pedidos de flexibilización de actividades, decisiones que dan marcha atrás con medidas tomadas por el gobierno local y que desde provincia parecen estar esperando para rechazarlas, miles de trascendidos y un endurecimiento en el mensaje acerca de como se están haciendo las cosas en Mar del Plata. Es claro que la relación entre Guillermo Montenegro y Axel Kicillof no pasa por el mejor momento y que la voluntad de confrontación no sale desde el palacio comunal.

Pero cuando se observan los embates que desde La Plata se multiplican contra Horacio Rodriguez Larreta, la administración de María Eugenia Vidal y las políticas que frente a la pandemia se generan en el gobierno de la CABA, ya no quedan dudas de que en la ciudad de las diagonales se está pensando en función de política partidaria y no en la gravedad de lo que nos está ocurriendo a todos. Descalificar al adversario toma más carácter que colaborar en la emergencia..

Pero como siempre ocurre en estos casos aparecen cerca del intendente los que opinan que se debe redoblar la apuesta y lo empujan a una confrontación que no solo sería estéril sino que podría condicionar aún más el futuro de su gestión. Y no es casual que entre los belicosos se encuentren algunos que fueron parte del gobierno de Carlos Fernando Arroyo y que en su momento aplaudieron, defendieron y promovieron los dislates del ex jefe comunal al que ahora critican úblicamente sin siquiera ponerse colorados.

A pocas horas de que el gobierno de Axel Kicillof confirmara que la mayoría de los comercios minoristas seguirán cerrados en Mar del Plata el bloque del Concejo Deliberante que responde al intendente Guillermo Montenegro presentó un proyecto para que se puedan otorgar permisos precarios.

La iniciativa, impulsada  Alejandro Carrancio, pretende conformar una comisión integrada por funcionarios y concejales que determine qué sectores pueden reabrir mientras se aguarda que la Provincia habilite los protocolos enviados por el municipio. En buen romance generar un gobierno paralelo al provincial, lo que sería abrir una delicada grieta que solo va a servir para aumentar la confrontación con Kicillof y los suyos.

El bloque oficialista considera “oportuno y conveniente impulsar un permiso precario y por ende de naturaleza revocable” para el desarrollo de las actividades comprendidas en esa situación. El permiso regiría “hasta tanto la Provincia autorice o rechace las pertinentes solicitudes de autorización”. ¿Tiene algún sentido autorizar una actividad para tener que prohibirla tal vez al día siguiente?, ¿no es entregar al gobernador y sus fundamentalistas del «vamos por todo» un arma de desgaste que solo va a perjudicar la relación del gobierno local con la gente?.

El horizonte que se le presenta al intendente no es por cierto diáfano. A las serias dificultades presupuestarias que deberá enfrentar se le suman una situación social explosiva y la seguridad de que, apenas terminado el aislamiento, su escritorio estará atiborrado de reclamos y urgencias. Y en todos los casos dependerá de la asistencia de los poderes centrales para poder resolverlos.

¿Tiene sentido confrontar?, ¿existe poder de fuego para hacerlo?. Los mismos que acicateaban a Zorro Uno en sus tropelías -o miraban para el costado haciéndose los distraídos- parecen ahora empujar a su sucesor a peleas similares que siempre terminan perjudicando a los marplatenses.

Cuidado; uno de los basamentos de la buena política -esa que consiste en construir una sociedad con bases arquitectónicas, sólida y proporcionadas- es sin duda la prudencia. Que es prerrogativa de los estadistas y enemiga de los oportunistas.

Que el intendente no lo pierda de vista…