Se miran, se hablan, se acumulan, se sostienen en sus visiones sesgadas, se prestan datos falsos y se potencian en su «querer ser» ante el apabullante «es» de una realidad dolorosa. Son…¿el poder?.
Aclaración previa: nada de lo que sostendrá este editorial puede ser tomado por quienes se paran de uno u otro lado de la grieta como algo para alegrarse o enojarse. Lo que aquí vamos a decir solo puede ser interpretado por esos millones de argentinos lúcidos que no alquilan su alma ni prestan su voz para endiosar a quienes, por derecha o por izquierda, los van arriando desde hace décadas hacia el abismo de la decadencia.
Dicho esto detengamos un momento nuestras miradas en la triste y onanística imagen de políticos argentinos rodeándose de quienes piensan, hablan y obran en el mismo sentido que ellos. En esa costumbre propia de la mediocridad que los lleva a evitar el cotejo de ideas, el disenso, el debate que enriquece y los entrega en cuerpo y alma a la obsecuencia, la endogámica voluntad de creer que quienes piensan lo mismo, sumados y acumulados, los acerca a la razón.
El presidente utiliza la cadena oficial para denostar jueces, atacar al Jefe de Gobierno porteño, descalificar fallos, adelantar denuncias contra magistrados por sentencias que no caen a su gusto o mirada personal. Y se hace acompañar por el gobernador de la provincia -convertido insólitamente en validador frecuente de los movimientos presidenciales- que azuza el ego del mandatario con una especie de «vamos Alberto, que tu puedes» que mueve más al bochorno que a la mística.
Y si hubiese que resumir lo ocurrido no podrá evitarse afirmar que Alberto filosofó y Axel lo convalidó. ¿Dónde está lo sorprendente de semejante paso de comedia?. Pero, además, ¿qué le agrega a las supuestas razones presidenciales?.
Del otro lado el macrismo y sus medios afines viven convocando a «los propios» para llenar el aire de opiniones supuestamente independientes. Pescan en la pecera de un sector de la sociedad que, aún sin estos esperpentos comunicacionales, ya eligió por ellos hace tiempo. ¿Les sirve?, no. ¿Les gusta?, si…
Argentina necesita urgentemente que la república y la razón tengan un encuentro amoroso. De este onanismo vacío, reiterado y encapsulado…ya tenemos demasiado.
Dejen de paspar a la patria…