Uno de los más siniestros slogans de los años 70, preámbulo del baño de sangre en el que un grupo de inadaptados convirtieron la Argentina, reapareció en las últimas horas. ¿Podrán de nuevo?.
«Rucci, traidor, a vos te va a pasar los mismo que a Vandor», gritaban aquellos jóvenes que se sentían revolucionarios mientras sus «jefes» negociaban con las cúpulas militares sacarse de encima a Perón para poder quedarse con el poder real en la Argentina.
Y llegado el momento disfrazaron el brutal asesinato del líder de la CGT de «acto revolucionario», para festejo y alegría de esos mismos a los que el jefe del peronismo sindicaría, no sin razón, como «estúpidos e imberbes». ¿A quién se le podía ocurrir que un crimen de esa magnitud tuviese que ver con una revolución nacional?.
Pero imbéciles hubo siempre; solo se trata de evitar que otra vez se hagan dueños de la Argentina.
Las huellas Moyano están mercadas en estos carteles infamantes que anuncian irresponsablemente la muerte de el Momo Venegas. ¿Las mismas que hablan de voltear al gobierno?, ¿las que amenazan con moler a palos a los rivales internos de la CGT?, ¿las que ordenan y mandan sobre la salvaje barra brava de Independiente?.
Poco importa. En todo caso ya sabemos quienes son y ya padecimos los efectos que generan si logran su objetivo.
Por eso a los siniestros cánticos de los 70 -padres del golpe, de la tortura, de las muertes y de Malvinas- opongamos todos el rezo laico de los 80 cuando el padre de la primera democracia nos recitaba el Preámbulo de la Constitución Nacional y todos sentíamos que la civilización había por fin derrotado a la barbarie.
¿Para siempre?.