MACRI Y EL RIESGO DE AISLARSE

En torno al presidente toman fuerza los que creen que la apertura política es signo de debilidad. Una lectura a la que le falta separar las aguas y lo pone a un paso del aislamiento. Preocupación.

No es casual la alta exposición que en los últimos días ha tenido el discutido asesor presidencial Jaime Durán Barba, ni el protagonismo del Jefe de Gabinete Marcos Peña a la hora de explicar cada paso del gobierno. Como tampoco es producto del azar que el propio Mauricio Macri haya tenido esta semana una aparición pública diaria en la que tomó contacto con la prensa y «bajó línea» sobre la acción de su administración.

Ocurre que en todo el país crece la preocupación sobre el futuro de la economía, existiendo un convencimiento generalizado acerca de la imposibilidad de ingresar en ese mágico segundo semestre con las cargas al menos acomodadas. No hay hoy una sola voz responsable que crea que la reactivación va a ser notada por la gente y mucho menos alguna que visualice la caída de la inflación por otro camino que no sea el de la recesión.

Por supuesto que la anunciada lluvia de inversiones se ha convertido en un cuento de hadas y nadie duda que las tensiones sociales que sobrevinieron al brutal ajuste del gobierno han convencido a quienes quieren poner plata en la Argentina que mejor va a ser «desensillar hasta que aclare» y esperar como evolucionan los acontecimientos. Ya muchas veces antes hubo gobiernos que generaron buenas condiciones de inversión y también alianzas entre los sindicatos y la gente que terminaron por hacerlos volar por los aires.

Desde diversos sectores organizados se ha pretendido por estas horas -con la Iglesia como punta de lanza- proponer al gobierno un gran pacto de gobernabilidad, tal vez al estilo de la Moncloa española, que permita transcurrir el duro tiempo que viene dando la imagen de que en este barco por fin nos subimos todos.

Pero fueron los «duros» del macrismo, representados en las dos figuras citadas anteriormente, quienes convencieron a Macri acerca de lo que consideran sería una muestra de debilidad en el caso de aceptar el convite.

Grave error. Histórico -ninguna sociedad en crisis emergió sin un pacto de grandeza entre todos sus integrantes organizados- político -los gobiernos que encabezaron este tipo de acuerdos emergieron siempre como las fuerzas políticas del futuro- y moral, ya que el creciente enojo social está emparentado con la sensación de que a la insensibilidad manifiesta del gobierno se suma la voluntad de beneficiar solo al sector más poderosos de la economía y más concretamente a las empresas de sus gobernantes. Y no existe un cóctel más explosivo que aquel que se construye uniendo angustia y decepción en un cuerpo social que se siente traicionado.

Pareciera comenzar un ciclo de peligroso aislamiento y una tiempo de loca carrera entre las visiones de laboratorio de los asesores del presidente y las necesidades no satisfechas de una sociedad cada vez más crispada.

Ojalá que ello no empuje a la figura del primer mandatario hacia el patio trasero del aislamiento. La historia argentina es rica en trágicos momentos que aparecieron de la mano de este tipo de situaciones.

Y ya no queremos más.