Por Adrián Freijo – Tal cual se esperaba, la lista presentada por Rodolfo «Manino» Iriart fue retirada «manu militari» de la grilla. El kirchnerismo hace de las suyas y se asegura una nueva derrota. ¿Por qué?
«Perder para ganar» fue el lema de los caciques del peronismo local durante décadas. Y todos sus fragores y estructuras estaban puestos en conseguir el manejo partidario, sin importar luego el resultado en las elecciones generales. Total…el negocio estaba en colocar concejales, diputados, senadores y sobre todo influyentes que negociaran todo ese poder con quien tuviese la responsabilidad de gobernar la ciudad y la provincia.
¿La cosecha?…dinero, mucho dinero de ese que no pasa por la AFIP y el manejo de una lapicera a la que todos recurrían a la hora de «querer ser».
Por un instante pareció que el kirchnerismo venía a cambiar las cosas…
Lo que en el peronismo se llamó «el aire fresco que viene del sur», con la llegada de Néstor Kirchner al centro de la vida política nacional y lo que parecía por entonces una real necesidad de convocar a todos para construir un poder que en los inicios de su gestión parecía demasiado escuálido, fue tornando poco a poca en un fanatismo sectario, sin otro proyecto que el poder total y la acaparación de riquezas, en algo que quedó expuesto en su desnudez con la frase más abyecta que una democracia haya escuchado jamás: «vamos por todo».
Hoy nuevamente aparece el fantasma del autoritarismo y en el intento de exclusión de la lista encabezada por Rodolfo «Manino» Iriart el sector que responde a Fernanda Raverta vuelve a mostrar que aquello de perder para ganar sigue siendo el norte de quienes pretenden conducir el peronismo lugareño. Porque el costo ante la sociedad puede ser muy grande y seguramente empedrará el camino de una nueva derrota, aunque parezca asfaltado de un poder que, así las cosas, no pasará de ser una ficción que solo beneficiará a los protagonistas de esta jugada antidemocrática.
Raverta quiere ser nuevamente candidata a intendente de la ciudad y parece que para ello no tiene otra propuesta que no sea pisar la cabeza de cualquier disidencia interna. Lo hizo hace dos años con Gustavo Pulti y vuelve a hacerlo ahora, como si aquella experiencia fallida que la dejó en las puertas del municipio no hubiese sido suficiente.
Su proyecto personal, de perfiles funcionales emparentados con el trotskismo que invariablemente termina convirtiéndose en el ABC de cada uno de sus movimientos internos, se construye de espaldas a la gente, con relatos y posturas que la sociedad no termina de percibir como sinceros y sostenido en un axioma irrenunciable que se sintetiza en aquello de «estás conmigo o estás contra mi».
La jugada -torpe como cualquier otra que se descuenta antes de que ocurra- aleja aún más al peronismo de la posibilidad de gobernar a una ciudad que, tal vez por estas cosas reiteradas en el tiempo, ya ha enviado hasta la insistencia el mensaje de no aceptar cuestiones que no están emparentadas ni con la libertad, ni con la democracia ni con el debate de ideas.
¿Nadie le dice a la joven dirigente que una ciudadanía que votó a Bronzini en tiempos del auge del peronismo, y con el propio Perón al frente, que eligió a Aprile pese al desparramo de la UCR a nivel nacional, que prefirió a Russak aún en los momentos de mayor gloria del menemismo y puso su confianza en Pulti y su fuerza local con todo el gobierno nacional acostado sobre sus propias candidaturas locales, no es por cierto un hueso fácil de roer y mucho menos una ciudad sin personalidad política?.
¿Ni siquiera se detiene a observar lo que a ella misma le ocurrió cuando, en el medio de un arrasador triunfo del Frente de Todos en la provincia y el país, los marplatenses pusieron su confianza en la figura de Guillermo Montenegro, por entonces casi desconocido por estos pagos?.
Todo indica que la Junta Electoral va a voltear definitivamente la lista de Iriart. Y quizás en el campamento de Raverta tomen esto como un triunfo, sin darse cuenta que tal vez lo sea para la estructura vertical y excluyente que para su sector ha elegido Cristina Fernández de Kirchner.
Peo ese capricho, esa manera autoritaria de acumular poder, esa mirada que le hace ver a los ciudadanos como peones de su propia aspiración, será juzgada por la gente en las elecciones generales.
Y tal vez ahí Fernanda Raverta comprenda que en Mar del Plata estos brotes antidemocráticos no son bienvenidos…