Por Adrián Freijo – Anunció rebaja del costo laboral, del déficit fiscal aún por encima de lo previsto, la eliminación del impuesto al cheque e Ingresos Brutos. De «10»… pero…
Nicolás Dujovne fue especialmente enfático en la necesidad de reducir el costo laboral para combatir el trabajo en negro, que en la Argentina alcanza al 35% de la población y que determina que esos trabajadores ganen $ 6.500 en promedio, que es la mitad de los sueldos de los empleados en blanco. Puso la mirada en uno de los problemas más graves que tiene la economía del país.
También dijo que apuesta a bajar el déficit fiscal por debajo de lo que ya está previsto en el Presupuesto que es del 4,2%. Lograrlo sería fundamental para «domar» una economía en la que el estado siempre gasta más de lo que recauda y debe resolverlo por dos vías perversas: la emisión, siempre inflacionaria, o la presión fiscal que hoy es en Argentina una de las más altas del mundo, atentando contra la inversión y el trabajo.
Habló de bajar el impuesto a los Ingresos Brutos, que afecta a los exportadores argentinos pero que los gobernadores defienden por tratarse de un gravamen que se cobra en sus territorios. Y de la eliminación del impuesto al cheque que se trata de un impuesto claramente regresivo pero aporta y mucho a las cuentas públicas.
Si lo logra podrá enfrentar con un arsenal más efectivo lo que seguramente será el comienzo de un tiempo difícil en el que la presidencia de Donald Trump generará nuevas reglas de juego que no favorecerán por cierto a los países emergentes, siempre necesitados de crédito -que será más caro- y de inversiones que no llegarán, al menos desde el país del norte.
Objetivos claros, inteligentes y bienvenidos siempre que no representen una caída del ya de por sí golpeado consumo popular.
Y es en este aspecto que se explica el título de la nota. ¿Qué le falta al plan Dujovne para que podamos claificarlo como El pibe «10»?.
La rebaja del IVA…siempre la rebaja del IVA. El único impuesto que puede lograr con su disminución un verdadero abaratamiento de los productos de consumo masivo. Se supone que una rebaja del 21% actual a un 16% (en muchos lugares del mundo no pasa del 13% y en otros tantos es el 8%) podría hacer crecer el consumo por arriba de un 8%. Lo que no es poco.
Queda entonces claro que los anuncios, todos plausibles y además necesarios, dejan una vez más afuera a la gente, la que parece siempre culpable de las «herencias recibidas» y los males de la economía. Otra vez se buscarán cuentas prolijas, aunque sea sobre la angustia de la población.
Por eso, como tantos otros, el nuevo ministro deberá cruzar los dedos para que todo le salga bien y así poder llegar a ser…el Pibe «9». Como tantos otros antecesores…


