Según el fiscal el comandante se ausentó para ir al baño. Al volver, se encontró con la puerta cerrada, su compañero no le abrió y accionó el botón para el descenso del aparato.
La caja negra encontrada el pasado miércoles entre los restos del avión siniestrado apunta a que fue el copiloto del aparato el que, de manera deliberada, estrelló la aeronave. Según ha avanzado en rueda de prensa el fiscal que investiga el caso, Brice Robin, en la grabación se escucha en un primer momento cómo los dos pilotos hablan amistosamente.
«Tenemos la transcripción de los últimos treinta minutos del vuelo, en su integridad. Durante los veinte primeros minutos, los pilotos se comunicaban entre ellos con toda normalidad, cortés. No pasaba nada anormal. En un momento determinado se escucha la voz del comandante del avión preparaando el briefing del aterrizaje en Düsseoldorf. En ese momento, las respuestas del copiloto parecen lacónicas. Se escucha entonces al comandante pedir al copiloto que tome el mando del avión», ha explicado Robin.
Después, el comandante pide a su compañero que tome las mandos para ir al baño y deja la cabina. Al volver, se encuentra con la puerta cerrada y pide que le abra, algo que no ocurre. En esos momentos, el copiloto manipula «voluntariamente» un botón para accionar el descenso del aparato, una acción que sólo puede ser de manera voluntaria y para «destruir el avión» por razones que se desconocen.
El comandante aporrea la puerta y pide poder entrar, pero no recibe ninguna respuesta. Es más, desde la torre de control de Marsella se emitieron llamadas de respuestas a las que el copiloto no respondió ne ningún momento. Según el fiscal, no dijo ninguna palabra tras quedarse solo en la cabina y se oye su respiración hasta el impacto final.
En esta misma rueda de prensa se han proporcionado datos sobre el copiloto, que ha sido identificado por los investigadores franceses como Andreas Lubitz, de 28 años, natural de Montabaur (Alemani) y que no estaba clasificado como terrorista. De hecho, el fiscal ha hecho especial hincapié en que en estos momentos «no hay nada que haga pensar en un atentado terrorista».
Sobre si los pasajeros fueron conscientes de lo que ocurría, la investigación concluye que «los gritos son justo antes del impacto. En el ultimísimo momento».
«Una trayectoria de descenso inusual»
El responsable de la Agencia de Seguridad Aérea de Francia (BEA), Remy Jouty ya había afirmado el pasado miércoles durante la rueda de prensa que la trayectoria de descenso del vuelo de Germanwings antes de estrellarse en los Alpes era «poco compatible con un avión controlado por pilotos, salvo que ellos lo quisieran estrellar contra la montaña». Jouty añadió que dicha trayectoria, según la información extraída del radar, «era imposible con un avión controlado por el piloto automático». A este respecto, explicó que el avión mantuvo invariable su descenso durante los diez minutos anteriores al accidente.
Los medios franceses apuntaban esta mañaa cada vez más a esta tesis. Un especialista citado por el semanario Le Point llega a evocar la opción de un «posible suicidio o muerte». Hipótesis que no comparten otras fuentes, que tampoco pueden explicar «racionalmente» el origen último de la tragedia. Un experto citado por el semanario Le Point afirma: «Si los pilotos no impidieron que el avión se estrellase contra las montañas es que estaban inconscientes o muertos. O decidieron morir o los obligaron a morir».
Nuevos datos sobre los pilotos
El copiloto, de nacionalidad alemana y que no figura en la lista de terroristas, había entrado a trabajar en la aerolínea en septiembre de 2013 y acumulaba 630 horas de vuelo de experiencia. Por su parte, el capitán de la aeronave tenía diez años de experiencia y más de 6.000 horas de vuelo, la mayor parte de ellas en la matriz Lufthansa, a cuya filial de bajo coste se había incorporado en mayo de 2014. Anteriormente, había trabajado en la aerolínea Condor.
Según los protocolos de seguridad, la puerta de la cabina solo puede abrirse de dos modos por iniciativa del exterior. En el primero y más habitual, la tripulación debe solicitar por un interfono el acceso a los pilotos y estos a continuación deben accionar específicamente el sistema de apertura, cuentan los expertos a ABC.es. El segundo modo, muy poco frecuente y solo para casos de emergencia, funciona con un código diferente. El sobrecargo introduce la contraseña en un panel y, en el caso de que en los siguientes 30 segundos los pilotos no lo impidan, se abre la puerta. En este caso concreto sonaría una alarma durante el citado periodo de tiempo a la que no se ha referido la información de «The New York Times», informa Isabel Miranda