Redacción – Alberto Fernández aparece como un hombre espasmódico, inseguro, tenso y hasta fuera de sí. Ya no puede ocultar su debilidad y nadie atina a saber si podrá o querrá salir de su encierro.
Alberto Fernández no encuentra el rumbo de su gobierno y aparece cada día más solo y enfrentado a la sociedad. Su propia lógica confronta siempre con el cristinismo duro e invariablemente pierde la pulseada y lesiona su credibilidad.
Esta tensión constante parece hacer mella en su capacidad de discernimiento y ya en las últimas semanas se ve un mandataria espasmódico, crispado y por momentos con gestos que parecen anticipar un hartazgo peligroso de las funciones que la sociedad le ha encomendado.
A ello debe agregarse que los intereses sectoriales, nada lerdos a la hora de observar la debilidad del poder, avanzan peligrosamente sobre la imagen presidencial cuando se trata de lograr sus objetivos se trata. El caso de los docentes es emblemático: exigieron vacunas para volver a las aulas y una vez conseguidas e inmunizados exigieron cerrar la escuelas. Si ese no es un abuso …
Nadia en las cercanías de Alberto parece dar la altura de las responsabilidades que le corresponden. La impericia del Jefe de Gabinete Santiago Cafiero es de una magnitud inimaginable. Ayer, por solo citar un ejemplo, se olvidó de incluir los shoppings en la batería de medidas que el presidente iba a anunciar y así lo obligó a tener que hacer hoy una aclaración que hasta sonó ridícula.
Y todo así…hace una semana lanzó irresponsablemente el desafío a los gobernadores invitándolos a salir a comprar vacuna; algo que desde el inicio de la pandemia estaba expresamente prohibido: el propio gobierno había afirmado que ello estaba reservado a gestiones de estado a estado.
Mientras otros ministros, como Carla Vizzotti y Nicolás Trotta, miran azorados como se los ignoró a la hora de tomar decisiones que afectaba a sus carteras y a su propia credibilidad. Durante 48 hs. estuvieron afirmando cuestiones vinculadas a las restricciones y a la educación que luego fueron demolidas por la decisión presidencia.
Arrastrado por las inquinas de su vicepresidente, Fernández aparece hoy enfrentado con la Corte, con los jueces, con varios gobernadores -especialmente con Horacio Rodríguez Larreta a quien poco a poco va convirtiendo en víctima de una persecución que ya es imposible disimular- con más de la mitad de los países de América Latina a los que agrede constantemente para cumplir el mandato de su jefa de lanzarse en brazos de Venezuela, Nicaragua y Cuba y, pese a los esfuerzos del mismo gobierno de EEUU y de la canciller alemana Angela Merkel, con los centros financieros internacionales a los que en pocas horas más Argentina volverá a defraudar tras el fracaso de las negociaciones por la deuda.
Y es que un cuestionado Martín Guzmán está realizando su gira de convencimiento desde una doble posición de debilidad: sus interlocutores saben que a ese hombre que tienen sentado enfrente ya le están buscando reemplazante en Buenos Aires y la propuesta que el joven economista lleva no tiene punto de contacto con las aspiraciones de los acreedores y ni siquiera con lo que sus propias cartas orgánicas le permite aceptar al FMI o a Club de París.
Alberto Fernández se ha perdido en su propio laberinto y no encuentra la forma de salir y retomar el rumbo.
La pregunta es…¿quiere hacerlo?.