Le dio el apellido a la acción de pasarse de un partido a otro, una pirueta que hoy es tendencia. Ahora vive recluido y no escatima descalificaciones para la política y los políticos.
El hombre que le puso nombre en política al acto de cambiar de caballo a mitad del río, el ex mediático cirujano infantil Eduardo Lorenzo Borocotó, pasa sus días en el barrio de Villa Devoto –donde vive– completamente alejado de la política. No quiere brindar entrevistas para temas que no sean estrictamente médicos o científicos. No quiere hablar de “eso”.
“Yo tengo dos partes en mi vida: Una hasta el año 2005 y otra desde el año 2005 para acá”, había dicho años atrás el médico a FM Cielo. Pero ésa no era su primera experiencia en la política. Ya en 1996 había compartido espacio con el represor condenado Luis Patti, y supo ser legislador del extinto partido del ex ministro de Economía Domingo Cavallo, Acción por la República. Finalmente, en 2005, fue electo diputado nacional por Compromiso para el Cambio (el viejo nombre del PRO) y, antes de asumir, se fotografió junto al entonces presidente Néstor Kirchner y su jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
El médico reniega de aquel hecho que lo catapultó a la memoria colectiva de los argentinos y que popularizó la palabra “borocotización” para definir a un dirigente que se cambia de partido político. Sostiene que Alberto Fernández lo traicionó, que una entrevista para pedir fondos para el hospital Garrahan se convirtió en aquel traumático episodio de su vida porque el entonces jefe de ministros montó una escena con fotógrafos y periodistas. Del PRO, dice, no se fue: lo echaron.
Finalmente, el médico logró asumir su banca con el apoyo del kirchnerismo y del ARI, luego de que el PRO interpusiera varios recursos judiciales para impedir que jurara. «Mi compromiso no es con quienes no toleran la libertad de criterios, mi compromiso es con la gente», había dicho durante su discurso de asunción.
“Desde ese momento nunca más fui a votar, que me vengan a buscar”, expresó. “La peor gente que vi es en la política, son unos hijos de puta”, había declarado a Radio La Red hace ya cuatro años. Operación o no, seguramente el sanitarista no sabía que su pase del macrismo al kirchnerismo se convertiría, diez años más tarde, en un fenómeno relativamente común de la política argentina.