Sherlock Holmes utilizaba la lógica para resolver sus casos, sabiendo que siempre estaba presente en toda cuestión humana. La implosión del gabinete municipal muestra que no se equivocaba.
Desde el comienzo de su gestión Carlos Fernando Arroyo puso en evidencia que la lógica no era algo que iba a acompañar sus decisiones. Llegó al poder sin ideas y sin equipo y aquella comedia de enredos de los primeros meses, con funcionarios que entraban y salían de sus puestos sin solución de continuidad, fue clara muestra de lo que vendría: una permanente inestabilidad, un ida y vuelta de anuncios sin sentido ni acciones que los respaldasen y una enfermiza necesidad de protagonismo que lo depositó en un camino oscuro y errático que a poco de andar lo dejó con muchos más enemigos que aliados.
Así dinamitó su relación con Mauricio Macri, con María Eugenia Vidal, con su bloque de concejales y finalmente con toda la ciudadanía, absorta ante tanta ínfula sin sentido y harta de observar una decadencia constante que puso a Mar del Plata en el peor momento de su historia.
Las peleas constantes contra un grupo elegido de enemigos, los arranques de épica guerrera que nada tienen que ver con las necesidades comunes y esa costumbre tan suya de dividir para reinar sin lograr con ello el objetivo mínimo de liderar el disparate. Porque si algo caracterizó este tiempo que termina es la falta de liderazgo del jefe comunal.
Hoy, aupado en la soledad que acompaña el fin de ciclo de todo el que pierde poder y posibilidad de recuperarlo, no logra frenar la triste imagen de un gabinete en el que todos tratan de pisar la cabeza de sus compañeros de ruta al mismo tiempo que intentan salvar la ropa acercando a la prensa y a los adversarios del intendente toda infidencia o dato que sirva para neutralizar los últimos intentos de mostrar una autoridad que en los hechos nunca existió.
Por un lado los que, respondiendo a las «estrategias» de Emiliano Giri intentan la imposible continuidad aferrados al supuesto arrastre de María Eugenia Vidal encarnado en la figura de Guillermo Montenegro. Allí se ubican Guillermo Blanco, tirando por la borda la prudencia que le permitió alguna reconsideración en la opinión pública, y el confuso aparato comunicacional que no acierta a transmitir alguna lógica que pueda, al menos, amortiguar la caída constante de la imagen del jefe comunal. Aquí también se anotan Viviana Bolgeri, la muy cuestionada vicepresidente de OSSE -que hasta tuvo que soportar que Arroyo la corriese de su recorrida por las obra de Arroyo del Barco colocando en su lugar al ex titular del organismo Mario Dell’Olio– y la titular del EMTUR Gabriela Magnoler -quien reconoce sus temores por la soledad en la que la han dejado frente a serias denuncias que podrían tener también consecuencias penales- quienes se saben actores de reparto y se arriman a Giri más por necesidad que por convicción.
Ni los integrantes de este sector ni sus satélites -un grupete de periodistas muy bien pagos que escriben y hablan lo que Arroyo quiere escuchar pero no inciden en la opinión pública- logran frenar las filtraciones de un equipo de desgobierno que ya no atina a otra cosa que no sea salvar «el día después».
Muchos sin embargo se preguntan que es lo que hace que Arroyo aparezca como «giridependiente» pese a los arrestos traicioneros del empresario que hasta ha hecho explícito su acompañamiento a la candidatura de Montenegro y su convicción de que el actual jefe comunal ya no tiene futuro ni en este ni en ningún espacio. ¿Porqué a él se le acepta lo que en otros es motivo de inmediata expulsión de las cercanías del despacho principal?. Las respuestas y especulaciones son, en muchos casos, irrepetibles.
Enfrente de ellos se plantan Hernán Mourelle, su homónimo Tillou y el abogado Andrés Barbieri -siempre señalado como el monje negro del gobierno comunal- que creen que ha llegado el momento de administrar el tiempo que queda, economizar esfuerzos y tratar se salir de este embrollo con la mayor elegancia posible. No tanto por una convicción antibélica -solo Hernán Tillou se muestra como un dialoguista sincero- como por una convicción que hoy los une: Arroyo no tiene vuelo ni consistencia para seguir enfrentando a todo el que se le cruza ante los ojos sin el peligro de sufrir más revolcones.
Un tercer grupo, al que ahora se ha bautizado como «Los Auténticos Decadentes» está compuesto por el otrora súper secretario Alejandro Vicente, el ocupante del área Legal y Técnica Gustavo Gil de Muro y su par de Obras Guillermo de Paz. Hoy ninguno de ellos parece incidir en las erráticas decisiones de Zorro Uno y se saben bajo la constante presión que Giri viene realizando para que sean desplazados y suplantados por gente de su confianza.
A solas…reconocen que tampoco los mueve hoy un gran entusiasmo para continuar. Los tres evalúan que de cara al futuro surge más prometedora la posibilidad de volver al viejo tronco radical, al que pertenecían con mayor o menor grado de protagonismo, que hoy parece apartarse rápidamente de la cuestionada figura del intendente.
Párrafo aparte para el círculo íntimo que lo rodea. Desde hace tiempo su hijo Guillermo, su ex yerno Mauricio Loria y su compañera Susana Rivero tratan de morigerar las ansias quijotescas del personaje. Embretados entre el deseo de protegerlo y una visión crítica de la realidad que lo circunda, no encuentran la forma de hacer que tome nota de los manejos e intereses que rodean su gestión. Ellos serán los que continúen a su lado mientras los demás, sin excepción alguna, se atropellan en un sálvese quien pueda sin pudor ni disimulo.
La falta de experiencia política y la preocupación que también los acucia sobre su propio futuro personal les dificulta hoy encontrar el espacio para hacer valer la cercanía. Y saben que alrededor no son pocos los que se congratulan por su pérdida de peso específico en esta etapa final.
Nada nuevo en la muy conocida realidad de quien ve como el poder se escurre entre sus manos, el consenso popular de ayer se convierte en ácida crítica y los enemigos -reales o ficticios- se refriegan las manos a la espera del momento de ir por la revancha.
Nada nuevo…elemental Watson.